El goteo de personas que acuden a los comedores de Cáritas, a pedir ayuda a la Asociación Católica de Migraciones en Castilla-La Mancha (Accem) o en las parroquias de Guadalajara va en aumento, a medida que han crecido las necesidades y gastos domésticos a causa del frío de la temporada invernal. Además, son cada vez más los hogares que tienen que reducir el consumo de calefacción al mínimo o a cero para poder afrontar los gastos. Esa es, al menos, la radiografía que hace Braulio Carles, responsable de la Asociación Católica de Migraciones en Castilla-La Mancha y párroco en el barrio de Los Manantiales.
«En las parroquias se va viendo cada vez más gente que llega a pedir la bolsa de comida del mes», explica. «La gente intenta ahorrar todo lo que puede porque se va intuyendo una problemática que no sabemos donde nos va a llevar», ha asegurado.
Según Carlés, en su propia parroquia han aumentado las necesidades de algunas familias, pasando de atender a unas 30 antes del verano a casi el doble en la fecha actual. Supone que lo que le pasa a él ocurre en otras parroquias, en las que alaba el trabajo de coordinación que se está haciendo. Carlés vaticina también que «las cosas se van a ir complicando», y que el frío de Ucrania traerá más ucranianos a España porque «la guerra no termina».
Trabajadores pobres
«La gente intenta ahorrar todo lo que puede a nivel de economía doméstica», indica Carlés, tras insistir en que cada vez hay más gente que no puede llegar a fin de mes «porque son trabajadores pobres».
En todo caso, defiende que, gracias al dispositivo de Casa Nazaret que se puso en marcha coincidiendo con la crisis de 2008, «en Guadalajara y en su entorno, el que necesita comer tiene un plato de comida».
Según Carlés, el plan integral que llevan conjuntamente Accem y Cáritas permite que nadie se quede sin comer, recordando que durante la pandemia se llegaron a dar más de 3.000 comidas diarias frente a las aproximadamente 250 comidas que se dan ahora, pero que «irán subiendo», según previene.