Muchos agricultores de Guadalajara comienzan a plantearse si seguir con el cultivo del espárrago verde porque, aunque la rentabilidad no es mala, se quejan de lo que definen como «palos en las ruedas» por parte de las administraciones. Más concretamente, aluden a las «numerosas y crecientes exigencias imposibles de cumplir» en la contratación de temporeros. «Nos están asfixiando», sostiene el presidente de la Asociación de Productores en la provincia, Jaime Urbina.
Así, «pese a ser más productivo que otros cultivos, es también un cultivo manual y social y eso genera muchos problemas que van a provocar que se vaya al traste», indica Urbina apenas un mes antes del arranque en abril de la campaña de recolección. Si llegan lluvias en este mes de marzo, no esperan tener problemas de producción.
La mitad de mano de obra que antes
Urbina ha lamentado que «haya quienes hablen de la España vaciada y no se den cuenta de que en las zonas donde se cultiva el espárrago verde en Guadalajara los agricultores estamos contribuyendo a fijar población».
«Yo fui de los primeros en cultivar el espárrago verde en la provincia y estoy de retirada», ha anunciado Urbina, quien ha pasado de contar con unas 135 hectáreas dedicadas a este cultivo a tener este año unas 75, y de contar hasta con 300 temporeros en sus fincas a quedarse con menos de la mitad. «Y como nosotros, casi todos», ha asentido.
«La cantidad de trabas» que, a su juicio, llegan desde la Administración estaría llevando «a bastantes» a pensar que «hay algún interés de que no vengan», insiste Urbina, aludiendo ahora a otras nuevas recomendaciones que ya les han anunciado para el año que viene, entre ellas, la ubicación de letrinas portátiles en cada parcela y el uso de botas de protección por parte de los trabajadores. «Son todo pegas y más pegas», repite el presidente de la asociación.
«Cuando tengamos las letrinas nos multarán porque están sucias, porque no tienen cerrojo o porque les falte luz y cuando se hagan ampollas con las botas qué va a pasar», ha añadido.
En realidad, las quejas hacia la Administración no son nuevas, como han podido comprobar con anterioridad los lectores de LA CRÓNICA.
La plantaciones viejas no se renuevan
Si hace años cada temporada se incrementaba en unas 200 hectáreas el cultivo de esta planta, ahora, ese incremento se ha transformado en un progresivo retroceso anual de al menos unas 100 hectáreas. «Desaparecen plantaciones viejas y no se ponen nuevas», ha afirmado.
El presidente de la Asociación de Productores del Espárrago Verde en Guadalajara ha asegurado que en el sector hay una implicación total con los trabajadores. Así, cada año, cuando van a venir a la recolección, «se les busca casa, se les ayuda a abrir una cuenta bancaria y si hay que llevarlos al médico o a algún familiar» también los llevan. «Hacemos todo lo posible para que estén bien pero cada vez nos aprietan más y esto es demasiado», ha lamentado.
Por todo ello, y pese a que el secano es menos rentable, cada vez son más los agricultores que apuestan por él y dejan el espárrago a un lado «para evitarse problemas de cabeza».
Urbina ha asegurado que la pandemia ya no está afectando para nada en la contratación, insistiendo en que el sector «no quiere ninguna subvención de nadie» ni reniega de que se vigile lo que hacen, pero «esto es imposible», ha incidido tras apuntar que solo en su pueblo, Torre del Burgo, la Seguridad Social recoge cada año más de medio millón de euros gracias a este cultivo.
En cuanto al desarrollo de los trabajos para conseguir el sello de calidad del espárrago, el presidente de la asociación ha manifestado que están ya muy cerca de tener una indicación geográfica protegida (IGP) de este producto y espera que en año y medio el objetivo se haya cumplido.