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30 octubre 2024
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Búscate un motivo para viajar a Tahití (y mira lo que te estás perdiendo)

¿A quién no le puede apetecer pisar playas de arena rosa y relajarse en el paraíso? De eso se trata cuando hablamos de Tahití, que con su solo nombre ya nos evoca sueños inalcanzables... que quizá si pueden encajar con nuestros bolsillos, al menos para una vez en la vida.

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Almorzar en un atolón mientras sumerges tus pies en las cálidas aguas polinesias, recorrer una isla de arena rosa o degustar los vinos blancos y rosados producidos en el único viñedo del mundo ubicado sobre un motu son solo algunas opciones se las muchas que te ofrecen las islas de Tahiti más allá de los tópicos… o incluso para darte un homenaje viviendo por fin todo lo que habías imaginado sobre este destino.

Las islas de Tahití (nada menos que 118, repartidas en 5 archipiélagos) son un destino conocido mundialmente por sus playas de arena blanca, lagunas turquesas y paisajes que van desde atolones de coral hasta picos volcánicos.

Para el viajero cuentan con diferentes tipos de alojamiento: hoteles de lujo con bungalows sobre el agua, villas, pequeños hoteles familiares, alquileres vacacionales o incluso yates, catamaranes, y cruceros.

Con uno de los ecosistemas más diversos del planeta, las islas de Tahiti ofrecen la experiencia de varios continentes en un mismo viaje. Por ejemplo:

Banco de peces © Grégory Lecoeur

Fakarava, en el archipiélago de Tuamotu

Fakarava es el segundo mayor atolón de la Polinesia Francesa, declarado Reserva de la Biosfera de la UNESCO en 2006 por su biodiversidad. Sus corales fosforescentes y sus cálidas aguas hacen que sea un lugar ideal para la práctica del buceo.

Fakarava, que en español significa “volver bello”, sorprende por sus bancos de peces y sus famosos “muros de tiburones”, llamados así por la cantidad de especies que pueden distinguirse en el mismo enclave. Si bien en las islas de Tahiti existen más de 20 variedades de tiburones, aquí destacan los denominados “grises de arrecife”, el célebre “tiburón punta negra”, el “cazón negrudo” y el “pez martillo”.


Playas rosas

© Lei Tao

Si buscas disfrutar al máximo del sol y de playas espléndidas, Tikehau es una opción. Su arena de color rosa brillante, en contraste con el turquesa del mar, la convierten en una de las islas más fotogénicas .

Los relajantes almuerzos en un motu (islote) son otra de las actividades más demandadas. Huahine, Taha’a o Maupiti son algunos de los enclaves que te deleitarán con un día de picnic en compañía de un delicioso poisson cru (pescado crudo marinado en leche de coco) y un refrescante zumo de coco, mientras te sientas en una mesa con los pies sumergidos en sus trasparentes y templadas aguas.


Viñedos en Tahití

Además de sus magníficas vistas y naturaleza exuberante, Rangiroa ofrece otro gran tesoro: el vino polinesio. Cosechado por primera vez en el año 2000, en este atolón encontrarás el único viñedo del mundo ubicado sobre un motu en medio de una laguna, donde se producen magníficos vinos blancos y rosados, que tienen un sabor especial debido a sus uvas únicas.

Además, Rangiroa cuenta con varias hectáreas de caña de azúcar que se destinan a la producción de un fino ron orgánico blanco, una delicia para cualquier paladar.

Viñedo en Rangiroa © Grégoire Le Bacon

Uno de los festivales más antiguos del mundo

La música y danza están integradas en el día a día de los tahitianos, quienes muestran su pasión por la expresión artística a partir de los movimientos. Es especialmente recomendable estar presente en el ‘Heiva I Tahiti’, evento que celebran en las islas desde 1881 y uno de los festivales más antiguos del mundo. Esta celebración contempla cantos y bailes tradicionales con más de 3.000 artistas, una muestra de la cultura local en una explosión de color y actuaciones.

Heiva / Tahiti © KMH Media Production

Viajar al paraíso es posible aunque barato, lo que se dice barato, no resulta.

Como ha podido comprobar LA CRÓNICA para esta información, la propia oficina de turismo oficial facilita paquetes cerrados de numerosas agencias. Es la manera más cómoda, si el bolsillo lo soporta, para ir hasta nuestras casi antípodas y volver satisfecho. Esas vacaciones nos saldrán por entre 3.500 y 6.000 euros, aproximadamente y se pueden perfilar desde aquí.

Cuando desde París a Pepeete necesitas 22 horas de avión, no parece muy razonable quedarse apenas cinco noches, como en algunos casos se propone.

En la misma web hay consejos para quien se anime a organizarse el viaje por su cuenta, con todos los requisitos.


Más información: