Inicio mi escrito con el nombre de RODRIGO , pero incluyo en mi sentir a todos y cada uno de los traumatólogos que se han ido con Rodrigo: Mª Jesús Gómez, Fabián Paino, Irene Méndez y Enrique Rojas, dejando un vacío muy grande y frío en nuestro hospital y en nuestra ciudad .
Han pasado ya unos meses , empieza un nuevo año y cada día muchas personas os echamos más en falta .
Cada día de trabajo y en cada guardia , esas caras sonrientes, amables , generosas , que nunca se quejaban (a pesar de estar cansados).
Ese buen hacer el trabajo de cada día, ese cariño y sensibilidad con los pacientes y con los compañeros, esa capacidad de hacer fácil lo complejo y divertido lo agotador…..
Son tantas cosas las perdidas con vuestra ida que cuesta continuar sin vosotros.
Conocí a Rodrigo Guijarro (quien ha trabajado en el Servicio de Traumatología del Hospital General de Guadalajara durante 27 años , siendo durante 5 de ellos jefe de sección y otros 5 años jefe de servicio) en mi clase de 1º de medicina en Alcalá de Henares . Nunca olvidaré ese día. Era uno de los primeros días de clase.
El profesor de física intentaba explicar una cosa de poleas , y casi ninguno lográbamos comprenderlo.
Rodrigo, levantó la mano y con el respeto , la humildad y sencillez que le caracterizan , preguntó al profesor : “disculpe que le interrumpa.. con todo mi respeto, ¿le importaría que lo explicara yo de otra manera ?. Yo soy un agricultor de un pueblo de Cuenca y manejo los tractores. Es más me gustan mucho…¿ podría intentar poner un ejemplo con mi tractor?
El profesor quedó perplejo y la clase también , pensando que quién sería este tipo tan extraño que era capaz de interrumpir al profesor en el 1º día de clase y hacer semejante intervención.
Cuando llegó a la pizarra y lo explicó con sus tractores de una manera tan sencilla, descomplejizando el “lío” que había contado el profesor .. TODOS (incluido el profesor) nos pusimos de pie y le dimos un gran aplauso.
Rodrigo, persona sencilla, humilde y bondadosa donde las haya, se sonrojó y volvió a decir : “yo , sólo soy un pobre agricultor de un pueblo de Cuenca” .
Ese Rodrigo, a pesar del paso del tiempo ,no ha cambiado.
A partir de ese momento, hemos compartido en este hospital y fuera de él muchas vivencias , muchos pacientes, momentos divertidos, otros complicados y dolorosos… El siempre se ha ofrecido a estar, a acompañar, a ayudar…. No tendría palabras suficientes de agradecimiento hacia él. Generoso, humilde, sencillo, trabajador, estudioso donde los haya , amable, divertido, agradecido, muy inteligente, alejado del deseo de poder o de la omnipotencia. A nivel profesional y humano, nada cambió en él a pesar de “ser jefe”.
Lo he visto ayudar cada minuto de su día a día a cada paciente , a cada familiar de sus compañeros de trabajo , a cada compañero……dando las gracias por confiar en él, echando horas y más horas de trabajo cada día con ilusión, alegría y buen humor SIEMPRE , a pesar de haber vivido situaciones terriblemente duras y dolorosas en sus años en este Hospital.
Ha hecho fácil lo difícil y posible lo imposible cuando era jefe de guardia , siempre conciliando y facilitando la comunicación entre nosotros. Es conciliador (y esto escasea cada vez más en los tiempos que corren), excelente compañero y AMIGO .
Además de un excelente profesional y estudioso de su profesión.
Su parte humana a mí, no me ha dejado de sorprender cada día, hasta el punto de que cada guardia que realizo me escribo en la frente “voy a trabajar como lo haría Rodri”.
No comprendo qué ha podido pasar , para que Rodrigo se vaya de un hospital que él adoraba y por el que ha luchado tanto y tantos años.
Formó un equipo de “buena gente” y de maravillosos profesionales que se han ido también Mª Jesús Gómez, Fabián Paino, Irene Méndez y Enrique Rojas, todos ellos en la línea descrita de facilitar , trabajar duramente , amabilidad, generosidad, colaboración , buen hacer… todas ellas personas brillantes.
Cuidó, protegió y mantuvo la ilusión de la gente más joven de su servicio: traumatólogos jóvenes y residentes. Me consta que lo hizo también con muchos otros residentes de otras especialidades.
Me cuesta mucho, a pesar de la experiencia de vida que ya tengo por mi edad , comprender este tipo de cosas . No comprendo cómo se permite la pérdida de personas GRANDES y de buena gente , que sólo piden seguir trabajando sin quejarse por AMOR a su profesión y por AMOR al ser humano, con humildad y entrega.. que lo hacen desinteresadamente.
La función que Rodrigo Guijarro desempeñó, y con él estos compañeros que nombro, en la etapa COVID en este hospital, no deberíamos olvidarla nunca.
Hoy que tras el COVID nuestro sistema sanitario está desbordado y que hay muchos profesionales quemados y con deseos de abandonar “el chiringuito” y otros que lo han abandonado ya , no deberíamos permitir la pérdida de profesionales y seres humanos de esta calidad .
Deberíamos apoyarnos en nuestro colectivo que ya trabaja en situaciones muy complejas , duras , críticas y extremas , donde tenemos la muerte pegada a los talones, la enfermedad y el sufrimiento más desgarrador inmersos y presentes cada día de nuestro trabajo. Ya es duro ser sanitario como para hacerlo todavía más difícil.
Tengo la esperanza de que podamos TODOS recapacitar e intentar dar la vuelta a este tipo de cosas. Ojalá situaciones como ésta nos ayuden a pararnos y pensar en recuperar el motivo por el que elegimos esta profesión de sanitarios , y nuestra actitud sea colaborativa , en lugar de ponernos trabas. No olvidemos que elegimos una profesión preciosa y de ayuda a los demás. .
Yo confío, compañeros traumatólogos en que volváis a este hospital VUESTRO, que se ha quedado con un gran vacío para muchos de nosotros y también para los ciudadanos de GUADALAJARA.
Gracias AMIGOS Y COMPAÑEROS DE TANTOS AÑOS.
Me mantengo en el objetivo que persigo desde el día en que os conocí de seguir intentando “parecerme un poquito a vosotros” . Sois un ejemplo a seguir.
No dejéis nunca de BRILLAR allá donde vayáis.
SEGUIREMOS JUNTOS, por el momento en otros contextos .
Os quiero.