Escribo estas líneas un domingo. Como siempre, en LA CRÓNICA se trabaja en festivo o en cualquier otro día de la semana. Sin horarios y sin vacaciones. No tema nadie que vayamos a quejarnos por ello, que el periodista cabal sabe que no puede lamentarse por sus propias decisiones personales. Lo más lamentable es que después de echar la soleada mañana de un domingo haciendo reglas de tres, uno no pueda más que pedir disculpas al lector.
Desde antes de todo esto ya éramos conscientes de lo maleables que son las cifras cuando se cruza un político por medio. Basta recordar, sin salirnos de lo más cercano, el follón permanente e infructuoso de las listas de espera: la verdad no puede existir ni conocerse cuando quien publica las estadísticas, da igual que sea del PP o que sea del PSOE, manipula los criterios de referencia a voluntad. Con la pandemia, el pandemonio está siendo aún más intenso.
Con la de veces que Salvador Illa y Fernando Simón nos han colado datos caducados ya deberíamos estar curados todos de espanto. Pero siempre duele no poder acercarse con certeza a algo parecido a la verdad. Por ejemplo, al alcance real del virus en la ciudad de Guadalajara. Aquí. Ahora. Maldita curiosidad…
Hace días, tres periodistas de eldiario.es firmaban una información que colocaba a la capital alcarreña como la octava ciudad más contagiada de España, dicho sea resumido para que todos lo entendamos. Habían tomado los datos disponibles a 6 de octubre para las poblaciones españolas de más de 40.000 habitantes y les salía esta cuenta estremecedora: a la cabeza, Talavera de la Reina, con 1.017 casos por cada 100.000 habitantes; en segundo lugar, Parla (882) y detrás de Pamplona (700 casos), aparecía Guadalajara en octavo lugar con 693 casos por cada 100.000 habitantes. Madrid es la décimo cuarta de la relación, con 611.
Armado de calculadora, quien se asoma a los listados de la Junta puede comprobar y sumar las dos últimas semanas, cerradas a 4 de octubre y pendientes del enjuague que pronto llegará y al que llaman consolidación de datos. Dan 513 contagios, que suponen 597 infectados por cada 100.000 habitantes. No cuadra con los datos de los colegas, ni de lejos. Y si recurres a la colorida web del Ayuntamiento, tampoco: allí dicen que andamos incluso «mejor», por los 534.
Les aseguro que en LA CRÓNICA nos esforzamos por informarles con el mayor rigor. Pues ya ven lo que hay: que no hay manera. Solo hay una cosa clara: las cifras, todas, dan miedo. Si las viera con sus germánicos parámetros Angela Merkel, infartaba.
En este periódico, al menos, cuando les presentamos los datos de los hospitalizados sabemos que por un lado se enumera a los que atienden en planta y, por otro, a los que intentan vencer al COVID desde la UCI del Hospital de Guadalajara, esa que está cada vez más rebosante. Otros ni siquiera saben que hay que sumar ambos conceptos para llevar la cuenta de los hospitalizados nuestros de cada día. Y se equivocan, claro.
Desde hace semanas, nuestros más atentos lectores habrán comprobado que hemos ido restringiendo la publicación de datos de prevalencia del virus, habida cuenta del desastre estadístico que nos asola. Por más que a España la estén tirando de las orejas desde todos los organismos internacionales, el desbarajuste aritmético no cesa. Desde aquí intentamos equivocarle a usted lo menos posible y, si cabe, no equivocarle en nada.
Pero hoy tocaba pedirle perdón para que comparta, siquiera por un momento, nuestro desasosiego ante el coronavirus. No solo por el «bicho», sino por tantos otros bichos de dos patas que tan poco nos respetan a la hora de decir verdad, como exigen en los juicios.
Terminaremos por vencerles, al bicho y a los bichos, sobreviviendo.