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22 noviembre 2024
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AUGUSTO GONZÁLEZ PRADILLO / Page, don Asís y una noche toledana que merece ser recordada

Este 3 de noviembre de 2021 volvió a ser Page la estrella del baile, aunque nadie bailara. Cospedal llegó sigilosa y se marchó poco después. Bono se excusó. El otro expresidente, José María Barreda, sonreía desde detrás de la mascarilla y llenaba de afecto los círculos por los que se movía.

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En el más allá de Toledo, el campo se cuaja de cigarrales. En uno de ellos reina Adolfo, el cocinero más cordial de esta parte de Castilla. Y en su reino, hubo sitio este miércoles para muchos y para mucho, que es lo que siempre acontecía con los saraos antes de la pandemia y es lo que va volviendo a suceder para quienes hemos tenido la fortuna de escapar al virus sin morir en el intento.

Celebraba Europa Press los 25 años de su delegación en Castilla-La Mancha, lo cual merecía la cita y el convite, con mucho político ejerciente y algún que otro cesante. De los de Guadalajara, Pablo Bellido y Sara Simón. Incluyamos también a Paco Núñez, dado que el albaceteño es vecino de esta tierra alcarreña y por aquí ejerce de padre conductor, camino del colegio o de las actividades extraescolares de sus tres vástagos. Toledo sigue siendo una asignatura pendiente, que jamás se aprobará, para los abertzales del norte de Castilla-La Mancha. Misterios de la humana naturaleza, cuando esta se cría por La Alcarria.

Ejercía de anfitrión Asís Martín de Cabiedes, que tiene el don de que el don le venga como anillo al dedo: elegante en las formas y en el comportarse, sólo desde esa finezza es posible mantener en pie con eficacia el negocio familiar, nacido hace 65 años y tan inverosímil entonces (cuando las noticias se prohibían) como ahora (cuando las noticias se roban y reproducen impunemente); su hija, que le acompañaba, va aprendiendo a ser el futuro cada vez más cercano.

Ganarse la vida con lo que no tiene precio (la verdad, la libertad, la información…) y hacerlo sin venderse, pues sería demasiado barato, es un milagro más en la esencia del periodismo que todas las citas juntas de García Márquez o Kapuściński, que tanto agotan, por tan sobadas. Y sí, reiteremos e insistamos: es posible vivir sin malvivir ejerciendo este oficio. Aunque a algún político le extrañe y lo pregunte, con más sorna que ingenuidad.

Quien no lo cuestiona, porque le sobra experiencia, es Emiliano García-Page. El hombre está feliz; el político, también. Sabe de la complicada relación entre los cargos públicos y los medios de comunicación, incluso en estos tiempos de tanto periodista pastueño y desorientado. Para quienes llevamos coincidiendo décadas por los caminos de esta región, la tensión entre poder e información es, además de inevitable, la prueba del algodón. El que no engaña.

Este 3 de noviembre de 2021 volvió a ser Page la estrella del baile, aunque nadie bailara. Cospedal llegó sigilosa y se marchó poco después. Bono se excusó. El otro expresidente, José María Barreda, sonreía desde detrás de la mascarilla y llenaba de afecto los círculos por los que se movía. Algunas reparaciones a las heridas de cuando presidía este cotarro llegan tarde, pero llegan. Casi nadie sabe a qué me refiero. Dejémoslo ahí.

Castilla-La Mancha es una región demasiado grande, demasiado diversa, demasiado inconexa. En el Cigarral de Santa María se distinguía a distancia, por su indisimulable estatura, al periodista Javier Romero, colega digital desde Albacete. Para allá que se volvía, tras el penúltimo canapé y sin hacer pereza. Tantos kilómetros no están pagados, como ocurre con el propio oficio que nos da de comer y una justificación para levantarnos cada día. Y apartamos las sábanas a la del alba pese a comprobar que el mundo que un día pretendimos mejorar, contándolo como mejor sabemos, sigue tan cabrón como acostumbra y sin atender a ninguna impaciencia. Ni nuestra ni del lector. Todo fluye en su raíz, desde Heráclito hasta Villarejo, a su ritmo, por más que nos esforcemos.

Era una noche toledana, casi sin alcarreños. Toledana fue, sobre todo para los atléticos. Que los había.

El periodismo estaba allí, entre el pañuelo de don Asís y la omnipresencia de Humberto del Horno, su delegado en este mundo de quijotes, sanchos, buhoneros y transeúntes, herencia de la vieja Castilla.

Con la prisa del periodismo de agencia, todo esto ya es sólo recuerdo.

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