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16 abril 2025
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AUGUSTO GONZÁLEZ PRADILLO / Gracias a Google por sus siete mandamientos

La confluencia entre LA CRÓNICA y Google se puede resumir, curiosamente, en los siete mandamientos del Search. Se lo explicamos.

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Llevamos andado un cuarto del siglo XXI y aún no sabemos si subimos o bajamos, circunstancia esta que queda bien en los chistes de gallegos pero que para el día a día supone, fundamentalmente, un problema.

Empezamos centuria y milenio con el miedo informático al año 2000; seguimos con el cambio al euro en 2002; continuamos con la crisis del 2008 que en realidad se gestó en 2007 y fuimos avanzando a paso firme en sucesivos apocalipsis, pandemia incluida, hasta llegar a Donald Trump. Y todo para, después de palparnos y comprobar que estábamos enteros, sentirnos vivos.

Este miércoles, 9 de abril de 2025, LA CRÓNICA ha podido disfrutar desde dentro una cita tan multitudinaria como selecta, puesto que en el Search Central Live que se ha celebrado en Madrid fueron más los que aspiraban a participar que los numerosos SEO’s que allí se han reunido, lo cual da idea de la expectación.

La intención, además de saludar a antiguos conocidos o descubrir a nuevos colegas era, obviamente, intentar aprender y aprehender más sobre la búsqueda de Google. Atender a lo dicho por Camila Samilian, Daniel Waisberg, Nikola Todorovic, John Mueller, Moshe Samet y Eric Barbera, desplazados para la ocasión, era un buen reclamo.

Para cualquier humano de este tiempo, una de las cosas más parecidas a Dios con las que puede encontrarse aun sin buscarlo es, precisamente, el omnisciente, omnipotente y omnipresente buscador de Google. Sí, ese que está en tu bolsillo, dentro del teléfono.

Para cualquiera de los asistentes al encuentro de la madrileña calle de Manzanares, Google es la distancia precisa entre su fracaso y su éxito profesional.

Para cualquier periodista, llevarse bien con el algoritmo es tan esencial como indescifrable, otro de los atributos propios de la divinidad.

A los que peinamos canas en el oficio nos sobreviene con frecuencia la tentación de culpar al Altísimo, en su internáutica versión californiana, de todos los males que han llevado a las redacciones al borde de la extinción. Seríamos injustos, además de idiotas. Por eso es tan frecuente la queja.

Aunque suene a paradoja, «escribir para Google» es hacerlo más para el Diablo que para ese dios laico del que antes hacíamos semblanza. Más que nada, porque el lector está allí, al otro lado, y es la respuesta a sus búsquedas lo que le pone al alcance de estas noticias concretas y no de otras… si se hace con un cierto fundamento.

Las buenas cifras de audiencia de LA CRÓNICA, que nació digital en octubre de 1999, avalan que no por bramar contra Google se es más cool ni se tiene más razón, incluso (o sobre todo si) te llamas Teresa Ribera.

La confluencia entre nuestro diario y el buscador se puede resumir, curiosamente, en los siete mandamientos del Search, recordados expresamente en el foro madrileño y que en esta Redacción hacemos tan nuestros que nos eximen de buscar otros tres para alcanzar un Decálogo que encierre lo que pretendemos, cada día, desde hace tiempo:

• RELEVANCIA, ganada con la credibilidad acumulada.

• UBICACIÓN, rompiendo fronteras pero sin dejar de ser fieramente hiperlocales.

• PREEMINENCIA, desde la ambición de quienes aspiran a ser excelentes en su nicho.

• AUTORIDAD, ratificada por las muchas veces en que somos tomados como fuente informativa.

• RENOVACIÓN, tan permanente y tan 24/7 como exige la actualidad.

• USABILIDAD, con las mejoras continuadas que los lectores bien conocen en su estética pero también en su mecanismo interno y, por último,

• INTERÉS, con la humildad de quienes no pretendemos «marcar la agenda» de la política y sí dedicarnos de preferencia a hacer más fácil y más disfrutable la vida a nuestros lectores, respondiendo a sus inquietudes del modo más amplio y preciso posible.

Pese a todo lo anterior, un santo temor que nunca se va anima a sospechar que los designios de Google, como los de Dios, son inescrutables. Por si acaso no lo fueran, en esta casa no dejamos de intentar aprender, para así hacer mejor nuestro trabajo.

Si se nota que todo ese trabajo da frutos, nos sentimos lo bastante recompensados. Más que nada, porque seguir la información diaria en LA CRÓNICA es algo que no tiene precio, que no cuesta nada y vale mucho, según creemos.

Así pretendemos seguir, gratis y a su alcance: allí donde el lector y la noticia se encuentren, para juntarlos.

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