… y en estas, llegó el coronavirus. Andábamos en LA CRÓNICA recordando a los lectores que habíamos cumplido 20 años y a cada día que pasa estamos ya más cerca de celebrar el vigésimo primer cumpleaños. Es la prueba de que esto no hay quien lo pare. Y de que hay que seguir adelante, cada cual en su afán, del mejor modo posible.
Con los 20 años cumplidos de andadura por la Red, pareciera obligado rendirse al autobombo y recapitular sobre lo conseguido en lacronica.net. Será por llevar la contraria, pero quizá sea más interesante mirar hacia adelante, aunque sólo sea para comprobar si hay futuro. Le anticipo la respuesta: lo hay.
Escribir en un medio digital es lo más parecido a caligrafiar sobre el agua. Y sin embargo, lo escrito permanece en los buscadores y en las conciencias con más persistencia que si estuviera grabado en la piedra o en el papel. Curiosa paradoja.
¿Qué ha llevado a que en un solo día de abril de 2020 pasaran por LA CRÓNICA casi 50.000 personas diferentes? El coronavirus, claro. En las dos últimas décadas hemos dado cuenta detallada de varios apocalipsis pasajeros, desde la Gripe A hasta el incendio de Chiloeches, ese que aún no tiene culpables ni condenados. Ustedes y nosotros hemos superado todas las pruebas que nos han puesto en la dura tarea de ir viviendo, lo que nos convierte en inseparables compañeros: unos escribiendo, otros leyendo. Supervivientes todos.
Descarten que vayamos a concederle a los animosos enemigos del periodismo el punto y final que tanto vaticinan. Ni asomo de rendición por nuestra parte… mientras podamos. No se vea en esto soberbia o cinismo, sino constatación de que el ejercicio de este oficio, tan vituperado, sigue siendo necesario. Y que el anunciado “periodismo ciudadano” murió de parto prematuro, si no fue un aborto en toda regla. Aunque ahora se haya querido resucitar con dosis de veneno entre tuits o histories.
Por más que las redes sociales sugieran lo contrario, lo que demuestran es una realidad inmutable: cambiarán las herramientas y los canales de comunicación, pero el periodismo cabal se mantiene en el mismo propósito de siempre: dar al público conocimiento lo que sea de interés general, que suele coincidir con lo que alguno preferiría mantener oculto.
Seguirá el periodismo en este siglo XXI, sí, porque seguirá habiendo periodistas. Habrá también periódicos, como LA CRÓNICA, con su estructura aligerada y metamorfoseada para hacer frente a la coyuntura. Aquí habrá quienes busquen la verdad y allí, donde el lector esté, quienes la encuentren en este medio y gracias a esos periodistas que se empeñan en mostrársela, verificada y relimpia como corresponde.
Nos calificaron de «servicio esencial» a mediados de marzo los que mandan en España. Aunque no lo hubiéramos sido, habríamos trabajado de igual manera todos los días de la pandemia. Sin faltar ni uno. Entonces y ahora, algunos de los que gobiernan bajo sus mismas siglas preferirían que dejáramos de informar, porque se encuentran más a gusto apacentando ovejas en las redes sociales, con pastores a los que llaman community managers y que pagamos entre todos.
Hay futuro, no lo dude. Puede que plagado de estupideces y mentiras de anónimos intoxicadores o puede que armado sobre informaciones veraces, presentadas al poco de producirse las noticias y siempre al alcance del lector que desee la verdad y no la propaganda.
Hay futuro. Ahora, elija usted cuál. Aún puede hacerlo.
Augusto González Pradillo
es director de LA CRÓNICA DE GUADALAJARA.