Después del susto, la calma y casi el olvido. El reloj del Ayuntamiento de Guadalajara lleva ya días sin dar las campanadas por el riesgo que las vibraciones pueden suponer para la estabilidad de la torre y, sobre todo, para el cimborrio metálico que la corona. Mientras, los vecinos han pasado página rápidamente y poco se habla de lo que está por venir en el edificio más representativo de la Plaza Mayor.
Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, los técnicos municipales están preparando todo lo necesario para el desmontaje de la estructura metálica que, entre otros elementos, incluye la campana del reloj, un pararrayos y la sirena que alertaba de los bombardeos durante la guerra civil. Además de su valor ornamental y simbólico.
Lo más perentorio en esta fase previa ya se ha conseguido. Según las mismas fuentes, han logrado superar el problema más complicado, que era encontrar un herrero a estas alturas del siglo XXI capaz de reparar la estructura y, sobre todo, reponer las partes que por su estado de oxidación deban ser sustituidas. El encargo ya está acordado, previo depósito de todo el voluminoso cimborrio en una nave. A partir de ahí, el artesano requerirá de tres meses para llevar a término su trabajo.
Otra consecuencia de lo anterior es que no habrá problema, al menos según el criterio actual de los responsables políticos municipales, para que sobre la Plaza Mayor se desarrolle la actividad ordinaria e incluso la extraordinaria, como puede ser el chupinazo del inicio de las próximas Ferias, el 9 de septiembre próximo. Los miles de peñistas que allí se congreguen comprobarán que sigue vació el solar del «Maragato» y, los que mantengan más lúcida su capacidad visual, observarán que la torre estará ya muy probablemente por entonces desmochada, con el aspecto del montaje fotográfico que este diario ha preparado para ilustrar la información.
LA CRÓNICA ha podido saber también que el temor sobre el estado del cuerpo de la torre es menor de lo que se traslucía en el comunicado oficial. Los forjados son de madera, al igual que la estrecha escalera de acceso. Todo ello deberá ser objeto de una profunda reforma para reforzarlo, previsiblemente sin derrumbes ni demoliciones.
Riesgo de derrumbe de la torre
Los responsables municipales anunciaron días pasados que la actuación sobre la torre del Ayuntamiento «es una medida cautelar y obligada, para evitar que las vibraciones afecten a la estructura del campanario, que va a ser reformado y restaurado con carácter urgente tras confirmarse que la estructura de la torre está seriamente dañada, hasta el punto de que podría colapsar». Para ello se ha tramitado un contrato de emergencia, con una inversión de 159.424,13 euros, «cuyas obras deben empezar antes de un mes y estar acabada en tres meses”, en palabras del concejal de Infraestructura, Santiago López Pomeda.
El informe técnico apunta que «dada de la filtración de agua que se produce en la cubierta, así como la exposición al ambiente de la estructura metálica que corona la torre del campanario del Ayuntamiento y el estado de conservación del conjunto, se han producido patologías de calado».
En el mismo documento, los técnicos subrayan que «el conjunto del campanario supone un grave peligro tanto para la estabilidad estructural como para la utilización y mantenimiento de este y son necesarias obras de emergencia que eviten el grave peligro que corre su estado actual», según ha confirmado el ya citado López Pomeda.