Este martes ha quedado aprobado por la Junta Local de Gobierno de Guadalajara el pliego para organizar la feria taurina de Guadalajara, que incluye la organización de los encierros por sus calles. Ni los hubo en 2020, por la pandemia, ni en 2021, por la impericia en conseguir que una empresa pudiera asumir su organización. Antes de que se dé a conocer el documento oficialmente, LA CRÓNICA ya estaba este lunes en condiciones de adelantar su contenido.
En el medio centenar de folios que ocupa, el pliego trata de facilitar que haya una empresa encargada de los festejos taurinos de las Ferias y de la organización de sus encierros, al menos para 2022 y 2023, con eventual prórroga para los dos años siguientes.
De lo que ahí se contiene, se puede aventurar que no será ninguna empresa de la provincia quien lo asuma en solitario, dada la exigencia de acreditar la solvencia económica y financiera con una facturación anual mínima en al menos un ejercicio del último trienio superior a 910.000 euros.
Para animar a los eventuales concurrentes, el Ayuntamiento está dispuesto a pagar un máximo de 250.000 euros al año en una subvención técnicamente definida como «el límite máximo de gasto que en virtud del contrato puede comprometer el órgano de contratación». ¿Por qué esa cantidad y no otra?
Sostiene el redactor del pliego que ese es el coste, 250.000 euros, necesario para la organización de los festejos en las condiciones exigidas (punto 6º de las prescripciones técnicas), al tiempo que cifra en 350.000 euros los ingresos previsibles por las taquillas, más una «propina» de 10.000 euros por las consumiciones de los espectadores. El aforo máximo no alcanza según los cálculos municipales ni las 8.000 localidades, puesto que se contemplan sólo 7.912 más el centenar que corresponden a la tribuna o palco del Ayuntamiento.
La plaza del Paseo de las Cruces sólo se reserva para este contrato entre el 1 de agosto y el 30 de septiembre.
Empresarios del sector consultados por LA CRÓNICA consideran muy excesivo, por optimista, el cálculo de ingresos realizado. En el propio pliego se especifica que se ha tomado como referencia para ello a la Comunidad de Aragón.
Los aspirantes a quedarse con la plaza para montar la Feria podrán renunciar a parte de la «ayuda» municipal, con mejoras «a la baja». Antes de hacerlo, los licitadores tienen la opción de solicitar una visita al coso de Las Cruces. Y harán bien en hacerlo, dado su lamentable estado de conservación, desde los aseos a los tendidos.
El precio por el que se cierre el contrato no se podrá revisar, ni siquiera inflación desbocada mediante, como es la que se prevé a corto y medio plazo.
¿Qué es lo que se pide por 250.000 euros?
El número de festejos que se contratarán es de cuatro corridas de toros, una de las cuales habrá de ser de rejones o mixta, a celebrar del jueves al domingo de Ferias. En esos mismo días, el adjudicatario organizará los encierros, con los toros en puntas que se lidiarán por la tarde.
Las ganaderías, se especifica, deberán ser «de reconocido prestigio» y contar con el visto bueno del Ayuntamiento. «El ganado seleccionado no podrá ser sustituido en ningún caso sin la autorización expresa de la persona que tenga las competencias delegadas en Festejos del Ayuntamiento de Guadalajara, salvo invalidez o muerte de las reses», se especifica literal y desconfiadamente.
Con ánimo inclusivo, también se exige que «los carteles de los espectáculos taurinos deberán mantener el interés de las personas abonados (sic) al Coso de las Cruces y en general de las personas aficionadas de Guadalajara».
Junto con todo lo anterior, la empresa tendrá que comprar 9 novillos despuntados «de la máxima calidad y presentación» así como 12 vacas, para la suelta posterior al encierro, para los que se contará con 8 cabestros «en condiciones de correr los cuatro encierros».
¿Qué mejoras se contemplan?
Se valorará con puntuaciones diversas el hecho de ofertar gratis una novillada con picadores en Ferias (10 puntos), cuatro tentaderos y dos clases prácticas de seis novillos para la Escuela Taurina de Guadalajara en fechas por determinar (10 puntos), una actividad festiva para las peñas tipo «Grand Prix» (5 puntos) o un concurso de recortes, también gratis (5 puntos), para cuando cada año decida el Ayuntamiento.
Carrera contra un calendario muy ajustado
Cuando se apruebe por el Consistorio, el pliego se publicará en el Diario de las Comunidades Europeas, no sea que pudiera interesar a algún promotor francés… y, en realidad, porque así lo exige la ley.
Cumplidos todos los plazos, aquellas empresas interesadas tendrán que correr, y mucho, para confeccionar la memoria técnica, en la que se habrá de detallar qué ganaderías, toreros y rejoneadores se proponen. A estas alturas del año, con casi todas las ferias cerradas incluso en plazas de tercera, será complicado asegurar el nivel que el propio pliego reclama. Sobre esos nombres se exige, en cualquier caso, «el compromiso escrito de los profesionales y ganaderías propuestos que acredite su disponibilidad para el caso de que el licitador resulte adjudicatario».
La prueba de que el tiempo acucia es que incluso en el propio pliego se puntualiza que, para 2023 y años siguientes si los hubiera, los carteles tendrían que estar presentados antes del 30 de abril. Con lo que aún queda por hacer con este pliego nonato, julio y agosto están a la vuelta de la esquina.
El asunto de lo muy avanzado que va el calendario no es baladí cuando, precisamente, los que opten se juegan 50 puntos en la confección de los carteles, con 40 para el nivel de los diestros (que se medirá por las corridas toreadas en plazas de primera y segunda, los triunfos conseguidos y el número de reses lidiadas) y con apenas 10 puntos para las ganaderías ofertadas, que también se bareman por su presencia en plazas de primera y segunda categoría. Si alguien tenía dudas sobre si Guadalajara es, al menos desde el Ayuntamiento, una plaza torista o torerista, debería haberle quedado plenamente resuelta a estas alturas de la información.
Por precio, es decir por renuncia a parte de la subvención, las ofertas se juegan 20 puntos.
Como curiosidad, señalar que para el caso de desempate se priorizará a quienes presenten más trabajadores con discapacidad, menor porcentaje de contratos temporales o al que acredite «mayor porcentaje de mujeres empleadas en la plantilla».
Y también se exige disponer de una lona para tapar el ruedo, si llueve. Algo que un reciente festival de música no supo prever.