Ha muerto Jimmy Carter con los 100 cumplidos y el mundo le rinde homenaje, cada uno a su modo y según su consideración. En las últimas horas se ha recordado que fue presidente de un solo mandato, algo que en los Estados Unidos se considera algo así como la prueba del algodón de que el primer mandatario no ha cumplido con las expectativas de los electores. Puede que sea verdad, pero todavía hay seguntinos que recuerdan al americano de la gorra de béisbol en los tendidos de la Plaza de las Cruces, asistiendo a una novillada y superando todas las expectativas posibles de lo que cabe esperar del máximo mandatario de la nación más poderosa del planeta.
Para entonces, en el verano de 2007, Carter era ya un presidente jubilado y, a su manera, un hombre jubiloso por más que nunca se quitara el aspecto de pastor evangélico, pese a que nunca lo fuera. Lo que sí pretendió siempre, incluso como político, fue ejercer de buena persona. Raro hasta en eso. Puede que incluso lo consiguiera.
Por todo lo anterior, recuperamos el recuerdo desde el añorado Guadalajara DosMil, que reflejó la visita estival del estadounidense y parte de sus andanzas. La crónica fiel de lo acontecido la firmaba el fiel historiador –de lo antiguo y de lo contemporáneo– que es Javier Sanz.
El día de la fiesta mayor de Sigüenza, cuando la Ciudad del Doncel rinde homenaje a su Patrona, Carter acudió a la citada novillada. En la foto que acompaña estas líneas, quien aparece en primer plano no es un guardaespaldas sino Pedro, el del bar de la Estación, dicho sea para corroborar que el gran personaje de ultramar confraternizó sin trabas (aunque discretamente protegido) con la población autóctona. Y lo hizo hasta el punto de beber en bota, comerse un bocadillo y pedir trofeos tras alguna de las faenas. Tal cual.
Tanto fue el entusiasmo y tan satisfactoria su vivencia seguntina que a la mañana siguiente, 16 de agosto, cuando abandonó su habitación del parador, se encaminó lleno de curiosidad al encierro. No lo corrió, desde luego, pero cuentan quienes lo presenciaron que Carter puso en aprietos a sus escoltas, empeñado como estaba en acercarse a los novillos y tocarlos. ¡Cuánto daño ha hecho Ferdinand en la cultura popular norteamericana… y más acá!
Jimmy Carter volvería a España en visita privada en alguna otra ocasión. Por ejemplo, a Peñíscola, donde repitió indumentaria, modos y maneras.
¿Puede ser sencillo y amable el hombre más poderoso del planeta? Quizá, a la vista de lo visto.
Han pasado muchos años. Cien, desde que nació y 18 desde que el periódico que dirigía Antonio Abril se anotaba el scoop, dicho sea en en el inglés que exige el caso.
Tanto tiempo después, el sucedido no ha perdido vigencia y puede ser consultado, como tanto reseñable sobre los toros en Guadalajara, en la magna obra que con ese tema escribió y dio a imprenta ya hace años el prolífico Javier Sanz, médico seguntino y seguntino historiador.