La pasada semana, sin que supusiera una gran sorpresa, aparecieron huesos presumiblemente humanos en la calle Miguel Fluiters. Serían parte de los enterramientos que hace siglos se fueron extendiendo junto a la desaparecida iglesia de San Andrés, de la que tiempo atrás apareció un resto de muro al demoler el «Bar Soria».
Los vecinos de Guadalajara con más edad recuerdan perfectamente que con motivo de otras obras de saneamiento, hace algo más de medio siglo, ya aparecieron osamentas humanas en una gran cantidad, en el mismo tramo. Por lo que parece, siguen quedando, a poco que se descienda lo suficiente o se cale en un punto distinto a los precedentes.
Las obras siguen
Según confirman a LA CRÓNICA desde el Ayuntamiento de Guadalajara, el descubrimiento no ha alterado de forma importante el cronograma de las obras, que se han podido continuar en el tramo que va desde Teniente Figueroa a la Plaza de España.
Formalmente, todavía no se ha podido confirmar ni el origen ni las características de los huesos encontrados, pero no parece haber dudas para la atribución de las osamentas al cementerio de la extinta iglesia de San Andrés.
Se confía, incluso, que esta misma semana los operarios de Guadalagua puedan dar por terminada su tarea en ese punto, supeditado a lo que resuelva el arqueólogo que ha sido encargado de redactar el preceptivo informe.