Cada parque en Guadalajara ha de tener un objetivo y un mantenimiento diferente. No solo son los pulmones de Guadalajara para combatir la contaminación en los que pasear, jugar, descansar, practicar actividades deportivas, culturales o recreativas.
Algunos son áreas con una singular diversidad de aves en los que sus árboles, arbustos y oquedades se convierten en sus casas y en dormideros donde un número considerable de aves se reúnen para pasar la noche. Es durante los inviernos cuando se alcanzan las mayores concentraciones y, en consecuencia, cuando esos dormideros urbanos adquieren especial importancia, aunque otros están activos todo el año.
En estos últimos años he observado que la fauna de los parques de Guadalajara está desapareciendo. Entre las razones, una de ellas se asocia directamente a la pérdida de su hábitat natural al cortar árboles grandes y hacer talas indiscriminadas sin tener en cuenta este factor biótico. Estamos destruyendo sus lugares de anidación y carecen de cavidades donde las aves puedan refugiarse. También está disminuyendo sus presas tróficas: pequeños insectos, gusanos, larvas y pequeños caracoles.
El Cuatro Estaciones, en el entorno del depósito de las aguas, es un baluarte y ejemplo claro de todo esto y del papel fundamental que juegan los parques para potenciar la conservación de la biodiversidad guadalajareña. Debemos empezar a elaborar proyectos donde la naturaleza tenga cabida en la ciudad para ofrecer la oportunidad de dar a conocer y relacionarse con dichos espacios, concienciándose de la necesidad de protegerlos en el medio natural. Es importante tomar medidas para su conservación y no permitir que especies tan maravillosas como el autillo desaparezcan por completo. Urge el compromiso con otra forma de entender el papel de los parques en Guadalajara y de sus habitantes en la gestión de la biodiversidad de nuestra ciudad.
El autillo es un pequeño búho que está presente en este parque. Nos ameniza con su característico cantar aflautado, pero es muy desconocido por su carácter y hábitos secretos y nocturnos. Su plumaje le esconde y camufla entre las ramas de los árboles. Se alimenta de insectos, de escarabajos, de lombrices, de mariposas y polillas adultas o en fase de oruga. También comen frutas, néctar y polen de las flores, realizando la importante función de polinizadores.
Otro de los parques que tenemos en Guadalajara con un alto valor biodiverso es el Parque del Coquín. Allí hay una importante colonia de murciélagos que recorren a diario por las noches nuestras calles, participando activamente en la dispersión de semillas, en la polinización de especies vegetales y en el control de plagas.
Es por ello que cuidar, proteger y preservar esas zonas verdes con esos árboles viejos es fundamental para proteger la diversidad de aves en Guadalajara. Esta diversidad, sin ningún genero de duda, permitirá aumentar y poner en valor nuestra ciudad.
El alcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, y su equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de la ciudad, deberían empezar a cuidar nuestros parques y sus árboles. No lo hacen; por eso han recibido hace una semana el ‘Premio Atila’ a la peor conducta medioambiental 2021. Galardón anual que organiza Ecologistas en Acción… Y lo ha recibido entre otras razones por su “política arboricida”. Tal vez debiesen escuchar más a los que llevamos hace años cuidando de nuestra biodiversidad urbana guadalajareña.