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21 octubre 2024
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ANTONIO DE MIGUEL / El festival del lobo de Cantalojas

El lobo es ya un negocio para algunos; les ofrece platós de televisión, puestos en la universidad, sillones políticos, fiestas y eventos lucrativos, cargos en organismos varios, presidencias en entidades variopintas…

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El próximo sábado día 26 de octubre tendrá lugar en Cantalojas un festival por la conservación del lobo. Es un evento que según dicen sus organizadores -la denominada Sociedad Científica DIRUS en colaboración con el Voluntariado Nacional para el Censo del Lobo- será una fiesta del lobo con charlas, actividades, música, talleres, artesanía y restauración.

La indignación y el cabreo de los ganaderos de la Sierra Norte de Guadalajara con la celebración de esta fiesta del lobo es muy grande porque están hartos de los continuos ataques de lobo a sus cabañas ganaderas y que están causando muchas pérdidas que incluso les hace replantearse la continuidad de sus explotaciones. Sus testimonios son desoladores y es que están viviendo situaciones insostenibles; está generando -en algunos casos- que los ganaderos dejen los pueblos y que no haya renovación generacional.

“Vienen a reírse de nosotros y no se lo vamos a permitir” me decían el pasado fin de semana -muy cabreados- algunos pastores de la zona, que ven día a día como el cánido les roba parte de su sacrificio en estas tierras guadalajareñas en las que es tan difícil subsistir y sacar adelante los negocios ganaderos; pues la administración ayuda bien poco con las indemnizaciones que son muy escasas, insuficientes, injustas, lentas, con muchas trabas administrativas y multitud de trámites burocráticos; y que llegan siempre mal y tarde. Al ganadero se le debería indemnizar no con el valor standard del animal sino por el valor de reposición; la Administración no solo debe indemnizar por el lucro cesante por la muerte del animal sino también por el daño emergente y costes asociados, es decir por los gastos que se asumen cuando se pierde un animal. Se debería indemnizar y compensar de una forma adecuada y proporcional. Indemnizar bien y pronto.

Comenta a los medios de comunicación el director de esta Sociedad y Censo Ángel M. Sánchez, que el objetivo del festival es poner en valor al lobo y divulgar la necesidad de restaurar el ecosistema de la Sierra Norte de Guadalajara, a partir de estas piezas claves que son los lobos, y así evitar desequilibrios porque “su situación no es tan boyante en España” y es “más sencillo poblar esta zona de Guadalajara por ser zona de contacto y su presencia es ocasional”; vamos que quieren llenarnos de lobo la zona porque en España hay pocos. Comenta también que el lobo sigue a día de hoy en peligro y que “su situación general no ha mejorado mucho desde los tiempos en los que estuvo al borde de la extinción”.

Miente, es falso que el lobo esté en peligro en España o que corra riesgo. Las manadas y ejemplares crecen, pero los ecosistemas no dan para más lobo, no tienen espacio. La naturaleza ya no es lo que era. No se puede pensar en procesos utópicos de recolonización y expansión del lobo en sus antiguos territorios. El futuro, desde mi punto de vista, está en crear reservas y protegerlas. El lobo en España no es una especie amenazada sino en franca expansión. Quien sí que está en grave peligro de extinción es el hombre del campo y el mundo rural. El lobo no está en situación vulnerable en España; los que si están desprotegidos son las vacas, ovejas y equinos; o sea  la ganadería extensiva y en consecuencia el medio rural. Somos el país de Europa occidental con más lobos: casi 4.000 según épocas del año, y subiendo un 30% ataques al ganado. Tal es la situación que la Unión Europea recientemente ha propuesto rebajar la categoría de proteger “estrictamente” a los lobos por el Convenio de Berna a rebajar su categoría a “protegida”.

El lobo es ya un negocio para algunos; les ofrece platós de televisión, puestos en la universidad, sillones políticos, fiestas y eventos lucrativos, cargos en organismos varios, presidencias en entidades variopintas… Si tanto quieren al lobo, no deberían hacer de él su forma de vida, deberían dejar sus intereses ideológicos, políticos y su conveniencias comerciales a un lado que no provocan otra cosa que avivar el eterno conflicto del lobo. Deberían dejar a un lado querer vivir del cuento del lobo.

Este eterno problema del lobo y el hombre que hay en España no se solucionará con este tipo de eventos ni con posturas radicales ultra proteccionistas, ni con leyes promovidas y amparadas en un solo lado. Viviremos condenados a una guerra continua entre posiciones e intereses si no se escuchan y se tienen en cuenta a todas las partes. Es necesario encontrar un equilibrio entre todos los sectores implicados por el bien de la especie. La conservación del lobo necesita de consensos y de acuerdos con todos los agentes implicados en su gestión: administraciones, mundo científico, ganaderos, conservacionistas en pos de una  coexistencia entre el cánido.

Se preguntarán ustedes que deberíamos hacer para solucionar el problema. En mi opinión la clave está en acabar con el conflicto social; el mayor problema de conservación del lobo es el conflicto social. Hace falta un plan de gestión que permita una eficaz conservación del lobo dentro de un marco de coexistencia con el mundo rural. Se debería controlar las poblaciones de lobos para minimizar las depredaciones sobre el ganado y seguir manteniendo una población viable de la especie. Se debería asegurar una convivencia posible entre la expansión de la especie y la permanencia, imprescindible, de la ganadería extensiva y tradicional. Hay sitios donde el lobo hace mucho daño. Ese control poblacional se debería hacer con una gestión más técnica. Con controles puntuales conducidos con criterios técnicos y no batidas aleatorias como se hace ahora. Además de controlar su expansión se debería dar seguridad a esa coexistencia y dotar de recursos a esta gestión, europeos a través de la PAC y nacionales también. El lobo es un gran depredador que necesita alimentarse, y las cabezas de ganado que pastan en el campo son una presa fácil y apetitosa. En las zonas con densidades altas de presencia de lobos, la ganadería extensiva se hace insostenible. En estos casos y zonas es necesario el debido control poblacional del lobo.

Urge el diálogo y la búsqueda del consenso para, entre todas las partes afectadas, lograr garantizar un equilibrio entre la conservación del lobo y la actividad ganadera. Urge una estrategia común nacional del lobo teniendo en cuenta las peculiaridades de cada zona. Urge compensar a los ganaderos afectados por ataques con fondos europeos o que uno de los ecoesquemas de la nueva PAC favorezca a las granjas ubicadas en áreas con grandes carnívoros. Urge hablar con todas las partes implicadas, analizar todo con la debida prudencia y partir de un análisis actualizado del número real de manadas y ejemplares que existen en España. Urge realizar un censo científico neutro real no preñado de conveniencias espurias e intereses y conveniencias. Urge una evaluación de la población de lobo, un estudio de la dinámica de la población continua, hecha con neutralidad y sin intereses o conveniencias espurias, con el debido tiempo de estudio, rigurosa y sin un margen de error significativo. Así veremos si la población está aumentando, disminuyendo o es estable de una forma fiable para establecer la gestión de sus poblaciones y crear estrategias de gestión.

Este conflicto entre lobos y ganaderos, es tan antiguo como la propia ganadería. Estos conflictos entre lobos y hombres comenzaron varios miles de años atrás cuando al salir los primeros humanos de África comenzaron a compartir el hábitat y las presas con los lobos. La solución más  satisfactoria para todos sería crear reservas: el «rewilding» que traducido vendría a significar «reasalvajamiento».

Consiste en crear grandes áreas en las que la intervención humana sea mínima para no romper el equilibrio natural entre el lobo y sus presas, pues precisamente de ahí surgieron los problemas. Zonas en las que no haya ganado, que cuenten con condiciones adecuadas para que viva el lobo. Así, en estas zonas reservadas, los lobos podrían vivir en paz sin ser perseguidos por el hombre, limitándose para ello toda intervención humana que pudiera incidir negativamente en la vida del animal.

Antonio de Miguel Antón


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