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21 noviembre 2024
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Antonio Abril, oteando el kiosco

Solo la ilusión y la entrega constante a la cabecera explican que un director se mantenga 25 años al frente de un proyecto, como hizo Antonio Abril con Guadalajara DosMil.

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Ayer nació el hijo de Ana Mari. Me llegó su foto y la alegría de su madre por WhatsApp. También por WhatsApp me enteré, al cabo de un rato, de la muerte de Antonio Abril. La vida y la muerte escupidas en el móvil, en mensajes rápidos que regatean caracteres al tiempo.

El tiempo aprieta y apenas te deja buscar los datos, de nuevo en la pantalla. El tiempo abriéndose paso, pidiendo paso a los recién llegados. Sin dejar espacio a la reflexión, invocada en los titulares de anoche y aún esta mañana, que dentro de un rato ya será otro tiempo.

La imagen que me devuelve el tiempo es la de Antonio en pie, frente a la ventana de la redacción del 2000, en el edificio del Casino, mirando al Jardinillo, un viernes por la mañana.

¿Saben qué hacía? Trataba de adivinar qué periódico compraba cada persona que se acercaba al quiosco, por el aspecto, los ademanes, la indumentaria… Y celebraba cada Dosmil que se plegaba bajo el sobaco como quien canta los goles de su equipo.

Eran días de fuerte competencia contra el rival, y el divertimento de aquella mañana nos acabó contagiando a todos, que dejamos de aporrear un rato la Olivetti.

Pues este episodio nimio es el que me vino anoche a visitar en la almohada. El que les rescato apresurada desde el tren (maldito tiempo, otra vez). Un recuerdo de Antonio ilusionado como un niño pequeño con un periódico también de pocos años, pero que ya se medía de tú a tú con sus mayores.

Solo esa ilusión y esa entrega constante a la cabecera explican que un director se mantenga 25 años al frente del proyecto. La fuerza que sigue moviendo la rotativa cuando las pantallas sustituyen a la máquina de escribir; la que ayuda a superar los infartos, a cuadrar las cuentas que nunca cuadran y a tomar decisiones que a veces no entendíamos.

Antonio, ilusionado mirando al quiosco, con alma de niño juguetón, descansa en paz.


Concha Balenzategui Manzanares, periodista
fue redactora jefe de Guadalajara DosMil


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