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20 abril 2025
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Algo pasa en la plaza de San Esteban

Algo pasa en la plaza de San Esteban... y no necesariamente para mal. El palacete que aún sigue en pie allí está a punto de cambiar de dueños y su futuro, aunque todavía incierto, será muy probablemente mejor que su estado de desuso actual. Un grupo de inversores han firmado ya el contrato de arras que encamina la operación de compraventa hacia su desenlace final

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Algo pasa en la plaza de San Esteban… y no necesariamente para mal. Todo apunta a que estamos a punto de ver consumarse el cambio de propiedad en uno de los edificios más conocidos de la ciudad y para el algunos quieren cambiarle el uso. Sobre todo, porque desde hace varios lustros no se usa para nada más que para especular, en varios sentidos de la palabra, sobre él.

Estamos hablando del Palacio de los Condes de Medina que, dicho así, a muchos les aclarará poco.

Quizá se avive la memoria de algunos lectores de LA CRÓNICA si nos asomamos a su interior, porque fue muy frecuentado, al menos desde la posguerra hasta bien entrado el siglo XXI.

En efecto, con imágenes como las anteriores se ha venido promocionando la venta del inmueble desde una prestigiosa gestora de Madrid, dedicada sobre todo a casas y locales en zonas muy seleccionadas de la capital de España, pero también en otras poblaciones.

Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, un grupo de inversores han firmado ya el contrato de arras que encamina la operación de compraventa hacia su desenlace final, cuando se firme ante notario, algo que todavía no se ha producido. Del mismo modo, nadie ha pedido todavía licencia de obras ante el Ayuntamiento ni parece que se haya movido ningún papel en la Junta de Comunidades, según las fuentes consultadas por el periódico.

Según ha constatado este diario, la operación se viene fraguando desde hace tiempo, con la búsqueda, siempre discreta, de posibles inversores en Guadalajara.

El objetivo último sería, después de hacerse con la propiedad, reconvertirlo en hotel boutique. En el sector es este uno de los productos más reclamados como alojamiento en el interior de las ciudades y para el que, como en este caso, se suele ocupar edificios históricos y bien ubicados. La gestión es frecuente cederla terceras empresas, especializadas.

Y todo esto, ¿cuánto cuesta?

Dado el sigilo que se viene manteniendo en todo momento, resulta imposible hasta ahora saber qué argumentos han convencido a los muchos herederos del conde de Romanones que compartían la propiedad para vender ahora, cuando durante largos años el acuerdo había sido imposible.

El precio de venta que se hizo público meses atrás estaba fijado en 1.300.000 euros, cifra que se antoja ajustada a mercado. Como referencia, podemos recordar que hace una década el palacete de la Cámara de Comercio fue comprado, en subasta judicial, por un grupo de empresarios locales por alrededor de un millón de euros. La rentabilidad obtenida, años después, está tanto en las múltiples viviendas levantadas en lo que era patio con entrada por la Travesía de Santo Domingo como en la adaptación de los despachos con vista a la Calle Mayor, convertidos más recientemente en apartamentos, ya con sus correspondientes inquilinos.

En el caso de la plaza de San Esteban estamos hablando de una superficie construida de 2.300 metros cuadrados dentro de un edificio que, en sus características generales, mantiene la estructura fijada en la reforma de 1720.

¿Por qué tantos años sin uso?

La última y ya prolongada etapa de desuso de esta casa señorial encuentra una de sus explicaciones en abril de 2020.

Fue exactamente entonces, al comienzo de este siglo, cuando la Comisión regional de Ordenación Territorial y Urbanismo (CROTU) emitía al fin un informe favorable a la recalificación de la parcela del Palacio de los Condes de Medina en Guadalajara.

La decisión llegaba después de un larguísimo proceso, salpicado de enfrentamientos partidistas entre el Ayuntamiento y la Junta de Comunidades y que afectaba al caserón, que si bien tiene sus orígenes más remotos en el siglo XVI, fue mayormente conocido por los guadalajareños por ser sede primero de Cultura (Sección Femenina incluida) y, más tarde de la Delegación de la Junta.

Se había puesto a la venta sin haber perdido su carácter oficial de monumento y con una restricción aún mayor: estaba vinculado a usos dotacionales, como son los administrativos, excluyendo por tanto que se convirtiera en viviendas o, por ejemplo, un hotel. Desde el Ayuntamiento, y más concretamente desde los servicios técnicos de Urbanismo, se planteó en reiteradas ocasiones la necesidad del cambio de uso, a lo que Toledo finalmente accedió.

Era en 2016 cuando el Ayuntamiento de Guadalajara, con Antonio Román como alcalde, volvía a proponer por última vez la modificación puntual al Plan de Ordenación Municipal sobre este palacete. El primer paso se dio en 2011.

¿Por qué se fue la Junta de allí?

El papel de la Junta de Comunidades en todo este proceso ha sido reiteradamente relevante, pues si no hubiese dejado de ocupar el palacio nada de esto se habría producido tampoco.

La mudanza fue inducida por el interés de la Caja de Guadalajara de entonces, con José Luis Ros como presidente, de deshacerse del edificio de la calle Topete para justificar la imponente torre que se levantó al otro lado de la A-2.

Hecha aquella operación, las circunstancias quisieron que pronto la Caja de Guadalajara desapareciera, la torre dejara de ser sede social de una entidad inexistente y que el propietario fuera CaixaBank después de Bancaja, en un carrusel político-financiero que algunos recordarán y que, al hacerlo, todavía da vértigo. Sin que GEACAM pagará por el inmueble del Jardinillo, esa complicada jugada de ajedrez tampoco se habría producido.

En todo este tiempo, en el que una pancarta con el número de un teléfono presidiendo la fachada encontraba poco eco en la búsqueda de compradores, lo más frecuente ha sido ver como las ventanas de la antigua casa solariega (profundamente reformada hace décadas con cargo a las arcas públicas al comienzo de ser alquilada para Delegación de la Junta) permanecían ostensiblemente abiertas, a merced de las palomas. Ese es un procedimiento que en otros edificios de la ciudad se ha demostrado eficaz para acelerar el deterioro y que se aceptaran expedientes de ruina, algo que en este caso no se ha producido.

Ahora están por ver los nuevos acontecimientos que, sin duda, se producirán.

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