Si alguna vez has estado en un consejo de barrio o sectorial, no te preocupes, nosotros a veces también sentimos lo mismo, esa sensación de que la participación está limitada y que todo se reduce a debates infructuosos que se producen durante periodos muy espaciados en el tiempo.
Los consejos a veces parecen convertirse en meros espacios de publicidad y marketing sobre medidas ya tomadas e incluso ya ejecutadas por parte del equipo de gobierno, dando la sensación de que no se hace ningún tipo de esfuerzo por involucrar a todo el tejido de la ciudad en los procesos participativos, de propuesta, toma de decisiones, de creación y de ejecución de esas propuestas.
Un ayuntamiento tiene que tomar medidas para acercarse a los ciudadanos, escuchar de forma activa a las asociaciones y colectivos que en la mayoría de casos son los verdaderos expertos en la materia y dedican esfuerzos y tiempo libre para hacer una ciudad mejor y más habitable, movimientos asociativos que hay que espolear mediante participación para que se sientan útiles y que no terminen desaparición ante la perspectiva de que no se va a valorar su opinión y participación.
La fundamentación de cualquier proceso de participación tiene que contar con la bidireccionalidad, tanto de escucha como de servir información para saber de qué constan los procesos que se ejecutan desde el consistorio, se tiene que ofrecer información, antes, durante y después de los procesos participativos.
Por supuesto también hay que recoger la opinión de la mayoría de la ciudadanía a través de consultas populares, sin sesgos y por medios al alcance de todos, incluso de aquellos que no se manejan por medios telemáticos, como ya recoge el reglamento de participación ciudadana en su artículo 22, que ya propusimos desde Unidas PODEMOS en un pleno y que fue rechazado por el actual equipo de gobierno.
Por otra parte, hay que dotar a los presupuestos participativos de formas más activas, directas y abiertas para la toma de decisiones y que sean los propios vecinos y vecinas las que puedan decidir los proyectos, sin ningún tipo de teledirección y que se pueda proponer lo que se quiera para mejorar en los barrios y asuntos sectoriales de la ciudad.
Es de tener en cuenta que los consejos son consultivos y que no pueden ser ejecutivos, pero si tienen que servir para que la ciudadanía, el tejido asociativo y productivo de la ciudad puedan realizar sus demandas y propuestas, colaborar, elaborar juntos la realización de proyectos y que se sienta escuchados y que se reconozcan sus esfuerzos, para que surjan sinergias de trabajo bidireccionales en estos espacios, que deberían de ser colaborativos, porque un debate serio entre la ciudadanía y las instituciones está vacío si las medidas que se ponen sobre la mesa ya están tomadas de antemano.