Hoy celebramos el Día Internacional de las Personas de Edad, con un lema, Viaje hacia la igualdad de edad, que ya nos indica exactamente cuál es el camino a seguir.
Es tiempo de crear conciencias para ahuyentar los peligros de una vejez no planificada. Las personas de edad, nuestros abuelos y abuelas, en definitiva, las personas mayores, tienen los mismos derechos y responsabilidades y debemos de valorarles y respetarles como hacemos con otras etapas de la vida.
Hemos avanzado en la dignidad de su nombre, antes eran ancianos y viejos, después tercera edad, y ahora, personas de edad, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer en ese viaje hacia la igualdad que nos debe de marcar la senda a seguir.
Por eso es muy importante tejer las redes adecuadas que desemboquen en acciones reales que como sociedad reconozcan el gran valor que nuestras y nuestros mayores tienen en el devenir histórico y social de nuestras civilizaciones.
Mi abuela me contaba cuentos y mi abuelo me llevaba a ver cosas… y así se fue haciendo mi mundo. Con los años, me he dado cuenta de que la solución de las cosas está en las enseñanzas que nuestros mayores nos han transmitido de generación en generación, por su sabiduría y porque, en definitiva, son nuestra memoria, en ellas y ellos descansan nuestras tradiciones, nuestra historia y las experiencias vividas.
El guionista y director de teatro y cine sueco, Ingmar Bergman, lo define muy bien: “Envejecer es como escalar una montaña, mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre y la vista más amplia y serena”.
La vejez es una etapa a la que se llega con miedo, con poca información y sin preparación. Es un momento de grandes cambios y retos por vencer y debemos trabajar por prevenir cualquier tipo de exclusión.
Concienciar, sensibilizar de cara a erradicar los estereotipos y prejuicios injustamente asociados a las personas de edad, que también tienen derecho a bailar, a enamorarse, a viajar, a divertirse, a estudiar.
Como alcalde, y desde el Ayuntamiento de Guadalajara, tenemos el firme compromiso de empoderar a las personas mayores, promoviendo políticas activas para su participación en la vida social en todos los ámbitos, económico, político… en definitiva, visibilizarles, porque sólo así conseguiremos su plena inclusión en la sociedad.
Todas y todos llegaremos algún día a alcanzar esa tercera edad, y ojalá seamos capaces de sentar las bases de un futuro, que no es tan lejano, que nos garantice una vida plena y digna.
Ahora, en plena crisis del coronavirus, nuestros mayores son las personas más vulnerables y hacia ellos estamos dirigiendo todos nuestros esfuerzos para proteger sus vidas. Tenemos que tener en cuenta que en muchas ocasiones son personas vulnerables, y muchas veces se quedan solas. De ahí la importancia de tejer esa potente red de servicios que cubran sus necesidades y favorezcan su participación activa en la sociedad.
Y quiero finalizar con un extracto de este maravilloso poema de José Saramago, un canto a la libertad de ser mayor.
Qué cuántos años tengo? -¡Qué importa eso !
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo,
y otros «que estoy en el apogeo».
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Feliz Día Internacional de las Personas de Edad