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30 octubre 2024
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Alberto Rojo cree saber cómo detener la ruina del poblado de Villaflores

"Villaflores no está parado. Estamos trabajando como hormiguitas, de una manera determinante" asegura el alcalde de Guadalajara.

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«Villaflores no está parado. Estamos trabajando como hormiguitas, de una manera determinante. Hay una parte de iniciativa privada y otra pública que hay que conciliar. Nuestro objetivo es la consolidación de los edificios y más pronto que tarde habrá noticias tanto en la parte pública como privada». Esas son parte de las declaraciones ofrecidas por Alberto Rojo a GuadalajaraDiario. Desde el 9 de junio, LA CRÓNICA tenía solicitada una entrevista con el alcalde de Guadalajara, para la que no ha habido fecha.

Sobre Villaflores, Rojo insiste en su entrevista en que «lo primero es que no se caiga nada más. Lo segundo que los edificios estén en condiciones para ofrecer servicios. En esta legislatura se va a dar un salto en esta zona. El plan especial del conjunto se está reformulando y espero que este año quede aprobado, se hará con diálogo con las administraciones. Se están adaptando usos, pero no será nada revolucionario, son cambios técnicos. Y esto se va a hacer ya y cuando digo ya, es ya. Este proyecto está mejor que nunca y se va a invertir dinero público y privado».

Todo el siglo esperando salvar Villaflores

Precisamente, la actual situación de abandono del poblado tiene un origen público y privado que se remonta a los inicios de este siglo. Reyal Urbis y Hercesa vieron reconocidos sus intereses mercantiles en 2002 con la calificación urbanística de los terrenos donde pensaban desarrollar varios proyectos alrededor de la estación del AVE. La condición era rehabilitar el entorno, incluido el edificio principal, propiedad privada, que terminaría perdiendo su espadaña, por un derrumbe. El palomar y otros edificios son responsabilidad del Ayuntamiento, que tampoco ha frenado el deterioro en las dos últimas décadas.

Al llegar al 30 de abril del 2010 sin cumplirse el convenio con Reyal Urbis, se ejecutó con éxito la garantía de 3.700.000 euros, que no se han aprovechado para ese fin. Tampoco ha tenido mejor resultado el hecho de que la Junta declarase en 2005 el conjunto como Bien de Interés Cultural ni que la asociación Hispania Nostra lo incluyese en su «Lista Roja» del patrimonio mas amenazado de España, donde también figura lo poco que queda del Alcázar Real de Guadalajara.

Una larga historia… y un largo abandono

Un buen resumen del valor del poblado es el que ofrece la ficha de Hispania Nostra:

Su construcción fue encargada por María Diega Desmaissières y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano (1852-1916), personaje indispensable para comprender la evolución de la ciudad de Guadalajara a finales del siglo XIX, que dedicó su enorme fortuna a mejorar las condiciones sociales de los alcarreños pobres. El palomar, las viviendas de los trabajadores, la capilla y el edificio principal son obra de Ricardo Velázquez Bosco, uno de los más conocidos arquitectos de su época. Se ignora quién fue el autor del resto de las construcciones. El poblado se inauguró en 1887. Siguiendo las inquietudes sociales de la condesa se dotó, aparte de los inmuebles propios de la explotación, con una escuela, una capilla y ocho viviendas para los trabajadores. A la muerte de la condesa, los nuevos propietarios perderán interés por el conjunto, que iniciará un progresivo declive.

Consta de una casona principal, un gran palomar en forma cilíndrica, cuatro edificios de viviendas, dos pozos con noria y una pequeña ermita rodeada de un cementerio. Para la construcción de todos sus edificios se usó la mampostería de piedra caliza reforzado con el ladrillo visto y decoración de cerámica.

El edificio principal o casa de labor es el edificio de mayores dimensiones. De planta cuadrada, consta de planta baja y bajo-cubierta, y contiene un gran patio interior en el que se levanta un gran cobertizo. En la fachada principal del mismo se sitúa el portalón de acceso sobre el que destaca un alto frontón con la denominación de lugar, el escudo del propietario, un reloj y un campanil. En su interior se situaban dos viviendas, unas oficinas y la escuela. En las naves laterales y trasera se encuentran los espacios destinados a pajar, granero y cuadra. En este último destaca una estructura de madera volada que se habría empleado para soportar los camastros de los arrieros.

El palomar es el edificio más sobresaliente del conjunto. Tiene planta circular y dos alturas, se eleva sobre una amplia base de mampostería y cuenta con alrededor de diez mil nichos para palomas. Articulado en dos anillos concéntricos, se subdivide mediante muros radiales que contienen los habitáculos de las aves. En su parte superior sobresale un pequeño cuerpo que nace del anillo interior, rematado con una bóveda de media naranja. Esta bóveda sustituyó a una cubierta plana destruida en los años 40 del siglo XX por un rayo. El acceso se encuentra elevado para proteger el interior de la entrada de depredadores.

La capilla del poblado se dedica a San Diego y está rodeada por una cerca de planta ovalada. Está divida en tres salas: un acceso, la capilla propiamente dicha cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos, y la sacristía. Es el único edificio del complejo cubierto con teja cerámica plana. El grupo de viviendas está dividido en cuatro bloques pareados de dos plantas cada uno. Se sitúan en un arco que se desarrolla hacia el suroeste, con los accesos orientados hacia la capilla y un patio trasero en la parte posterior. Completan el conjunto un molino destinado a la extracción de agua, la vivienda principal, la bodega y el almacén. El más interesante es la bodega, que se compone de una nave con grandes tinajas de almacenamiento y dos corredores subterráneos a lo largo de los que se disponen hornacinas con más tinajas.

Solar a la venta en el centro de Guadalajara, en imagen de julio de 2021. (Foto: La Crónic@)
Solar a la venta en el centro de Guadalajara, en imagen de julio de 2021. (Foto: La Crónic@)

Planes para el centro de la ciudad

En otros aspectos, a preguntas de la periodista Nuria Fernández, el alcalde de la capital alcarreña considera que él y su equipo han sabido  «estar al frente y tomar decisiones. Tengo experiencia en lo público y ha habido momentos  que he sentido la presión en los hombros, pero creo que lo hemos llevado con determinación y que siempre hemos dado una respuesta dialogada». Asimismo, considera que «a legislatura, como tal, empezará después del verano, porque hasta ahora nos hemos ocupado de los temas que eran acuciantes».

En cuanto al varias veces planteado plan integral del casco histórico, Rojo ha avanzado que se presentará en octubre. «Hoy en día creo que el casco está siendo protagonista porque tiene más vida, para ello estamos usando el ocio, la cultura y hablando con los comercios. También estamos analizando opciones de cara los fondos europeos: bajas emisiones, renaturalización, digitalización, zonas de interés… estamos trabajando en esa línea y es una apuesta en la que vamos a arriesgar. Entre 2019 y 2023 habremos avanzado, pero no es cosa de una legislatura, necesita un tiempo. Estamos con muchos frentes: regular tráfico, aparcamientos, cómo va a entrar el transporte público…Y hay muchas oportunidades con los fondos europeos. Espero que acertemos», ha apostillado.

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