No ha sido una sorpresa, sino la confirmación de lo que ya se preveía antes incluso de iniciar los trabajos preliminares para el futuro campus de la Universidad de Alcalá en Guadalajara.
Los estudios previos hablaban de “un enorme cementerio mudéjar”, dentro del recinto de “las Cristinas”, bajo lo que era la casa derribada el pasado otoño de 2020. De ese osario ya se tenía constancia documental. Se entiende que es similar a otro de Uceda, con enterramientos en fosas con orientación general norte-sur, con la disposición del cuerpo en decúbito supino con la cabeza volteada al sureste hacia la Meca, más el uso de tablas de madera para la cubrición de fosas.
Cementerio de la Guadalajara ya castellana
En los sondeos preliminares se extrajeron restos óseos de cuatro cuerpos. Se estima que se desarrolló este cementerio a finales del siglo XIII y principios del XIV, cuando la ciudad ya estaba desde hacía al menos dos siglos bajo el poder de los reyes castellanos. Entonces, las inhumaciones en el interior de las iglesias estaban reservadas para una parte limitada de la sociedad.
Ahora, han aflorado las fosas, individuales. A escasos metros del «Pedro Sanz Vázquez», una cuarentena han quedado a la vista. Para eso ha sido necesario retirar tierra hasta una profundidad de incluso más de dos metros, como se aprecia por el talud que limita la zona.
Como un pequeño ejército de sepulturas en formación, todas orientadas del mismo modo, se dejan ver en uno de los laterales del complejo, el más cercano al colegio público anejo. El yacimiento se está estudiando con esmero, sin que se tenga conocimiento público de ningún hallazgo especialmente relevante.
Curiosamente, a muy escasos metros se encuentra el cementerio municipal, en uso desde el siglo XIX.
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