Desde hace años, exactamente desde 2019 y por decisión de los anteriores responsables municipales, el Ayuntamiento de Guadalajara dejó de informar de los sucesos ocurridos en la ciudad. Hasta ese momento se hacía de forma semanal, por una periodista por oposición en aquella casa, ya jubilada. La repetición cada siete días de la reiterada relación de alcoholemias positivas, peleas callejeras o accidentes de tráfico chocaba con la imagen de la Guadalajara viva (y feliz) que se quería dar, posponiendo todo a los datos trimestrales de la Policía Local. Hasta ahora no se ha rectificado el criterio.
Y sin embargo, los sucesos siguen existiendo.
El último de que tenemos constancia, por la cortesía con la transparencia que aún demuestran los bomberos de Guadalajara, es la del choque de un turismo con una farola, que yace tumbada tras el impacto. La intervención fue necesaria, y más minuciosa de lo habitual, por el riesgo de descarga eléctrica que suponía el báculo una vez doblado.
Hace días, exactamente el 29 de noviembre, se producía también hacia las tres de la tarde una colisión entre dos vehículos en la calle Cardenal González de Mendoza en su intersección con Enrique Fluiters. Requirió, como se comprueba en la fotografía de LA CRÓNICA, la intervención de los sanitarios, que evacuaron a una de las implicadas en la colisión hasta el Hospital en ambulancia e inmovilizada.
La realidad sigue ahí y sólo podrá ser reflejada fielmente, dado el panorama informativo, o bien con la improbable omnipresencia de los periodistas de este diario o con la colaboración de los lectores, a los que agradecemos de antemano su colaboración (aportando datos o fotografías de los sucesos de que tengan conocimiento) y hacerlos llegar mediante un simple correo electrónico.
Gracias por anticipado.