La música de la Banda Provincial de Música de nuevo ponía la nota final, este domingo, al XXXI Maratón de los Cuentos de Guadalajara desde el zaguán del palacio del Infantado.
Después de 46 horas, 1.193 cuentistas y 690 cuentos, la ciudad ha recuperado y vivido un maratón como los de siempre, al calor y el color de los cuentos, de la música, de la ilustración, de las palabras.
En el broche final de esta edición, la presidenta del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil, Concha Carlavilla, se ha referido a los cuentos como punto de encuentro en los caminos del viaje de la vida.
Ella fue la encargada de pronunciar el «colorín colorado del maratón», pero no del cuento «que continuará el año que viene».
Desde un decorado que representaba una ciudad de cuento, diseñado por la artista Sandra Illana a partir de las ideas de los alumnos de la Escuela de Arte, las historias, los cuentos, las fábulas, las leyendas de acá y allá, en diferentes lenguas y diferentes acentos, han discurrido sin parar.
Actividad de calle
El resto de la ciudad se ha impregnado de la narración oral gracias a más de medio centenar de actividades de calle.
«Las palabras han tomado las calles para ser compartidas y disfrutadas y para no olvidar que Guadalajara una vez más ha celebrado, con más fuerza que nunca, un maratón más que empezó en 1992 y que gracias al empeño de unos, las ganas de otros, el deseo de muchos y la implicación de gente anónima y el apoyo de las instituciones es posible», han destacado desde la organización.
De igual modo, el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil ha agradecido a los más de 200 voluntarios que hacen posible que toda esta maquinaria maratoniana, con sus 46 horas de narración y todas de actividades paralelas programadas, se ponga en marcha cada año para el disfrute de contadores y público, así como que sea posible que se desarrollen otros cuatro maratones paralelos de fotografía, ilustración, radio y redes sociales.