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22 noviembre 2024
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A lomos de yegua blanca ha entrado en Sigüenza el nuevo obispo

A falta de mula, yegua blanca. Así es como ha pisado las calles de la Ciudad del Doncel el obispo Julián Ruiz, camino de la catedral.

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La tradición manda que los obispos de Sigüenza entren en la ciudad a lomos de mula blanca. Tal y como está el mundo agrario desde hace décadas, eso se convierte en una misión imposible, como ya pudieron comprobar los predecesores del actual prelado. A falta de mula, pues, yegua blanca. Así es como ha alcanzado las calles de la Ciudad del Doncel el obispo Julián Ruiz, camino de la catedral.

Quede para los anales el nombre de la yegua, llamada Ginebra, que parecía tener prisa en cumplir su misión. Al trote iba la cabalgadura, sin que ello haya echado atrás a monseñor, que se ha mantenido digno y sin demasiadas contorsiones, saludando a los fieles al son de los dulzaineros.

El último tramo hasta la catedral lo ha realizado a pie, cruzando una alfombra realizada por los seguntinos (con apoyo de los más expertos de la capital en estas lides) con serrín, trigo, sal, espelta y posos de café.

La diócesis Sigüenza-Guadalajara cuenta con dos sedes, una en la ciudad del Doncel y otra en la capital alcarreña, para una población de unos 270.000 habitantes, repartidos desigualmente entre el Corredor del Henares y el resto.

El obispo saliente, Atilano Rodríguez, ha querido resaltar las «profundas raíces cristianas» de esta provincia, aunque acto seguido no haya obviado una realidad cada vez más descreída en la práctica cotidiana y también en los usos y decisiones más especiales. Una diócesis, ha añadido quien ha dirigido la diócesis en los últimos tres lustros, que también sufre los efectos de la secularización y de una despoblación «difícil de frenar» en las zonas rurales, pero «cargada de historia», ha subrayado.

La ceremonia, celebrada en la catedral y de casi dos horas de duración, ha sido seguida por cerca de un millar de personas.

Primeras palabras del nuevo obispo

Julián Ruiz ha llamado a los fieles a no descuidar el encuentro trascendental que supone la Navidad, un momento que debe servir también para «agradecer, dar testimonio y compartir».

Así se ha expresado en su primera homilía el hasta ahora obispo de Huesca y Jaca, tras recibir a las 11.25 minutos el báculo de manos del Nuncio Apostólico, Bernardito Auza, que lo ha convertido en obispo de esta diócesis, en una misa concelebrada en la catedral de Sigüenza por más de un centenar de sacerdotes y una treintena de obispos y arzobispos.

«Necesitamos purificarnos y renovarnos para disponernos a celebrar el gran acontecimiento de la Navidad» y es preciso «eliminar la escoria superficial para que la ofrenda de nuestra vida sea agradable al señor», ha añadido monseñor Ruiz, en una ceremonia en la que además de las referencias navideñas ha tenido una mención especial hacia la familia y su importancia para «renovar el mundo».

«La mano del señor está a punto de tocar de nuevo a la humanidad y se abre para suscribir una alianza nueva y en Navidad hemos de agradecer y dar testimonio», ha remarcado apelando al Espíritu Santo para que le ayude a seguir trabajando en el Sínodo iniciado y ya bastante avanzado de la diócesis.

Monseñor Ruiz ha dado gracias a todos los fieles por la oración y cercanía que le han demostrado durante el tiempo que ha pasado desde que se hiciera público su nombramiento; ha agradecido la capacidad de servicio ofrecida y «que la Virgen María interceda por nosotros para que el Señor nos conceda fortaleza, seguridad y constancia».

También ha tenido palabras de agradecimiento para su antecesor, el prelado Atilano Rodríguez, en una celebración eucarística a la que han asistido cientos de personas, entre ellos, el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; el presidente de las Cortes, Pablo Bellido; el presidente de la Diputación, José Luis Vega; y las alcaldesas de la ciudad del Doncel y de Guadalajara, María Jesús Merino y Ana Guarinos, además de autoridades civiles, militares, judiciales, del mundo educativo, y numerosos fieles.

El primer acto episcopal que ha realizado el ya obispo de la diócesis ha sido un acto oracional tras ser presentado por el Nuncio Apostólico y una vez que este le ha hecho entrega del báculo, simbolizando la sucesión apostólica.


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