Sin Luis Suárez de Puga no habría habido Hospital de Guadalajara. Hasta entonces, la capital de la provincia se las bastaba como podía con la Residencia, que era como todos conocían al edificio de la calle de la División Azul, luego «calle del Ferial» que tampoco existe allí.
La atención hospitalaria pasó de un inmueble bajo los cánones de un prolífico arquitecto del Estado durante el franquismo (véanse las similitudes con el hospital de Teruel, por ejemplo) a todo un complejo hospitalario muñido por el añorado «Luisón», a base de innumerables gestiones.
Desde el SESCAM se celebran los 40 primeros años del Hospital de Guadalajara, aunque sin alusión alguna a Suárez de Puga, algo que parece quedar reservado para quienes fueron testigos directos o al menos coetáneos de aquello que desembocó en el 25 de enero de 1982 con la inauguración oficial. Días después recibía a su primer paciente… una condición, la de paciente en el Hospital, que pocos de los residentes en Guadalajara han dejado de asumir en primer persona al menos alguna vez en su vida.
A la espera de la ampliación
Ahora, la tan ansiada ampliación permitirá duplicar la superficie del Hospital y aumentar su cartera de servicios cuando la población de la ciudad y de la provincia poco tiene que ver, en número e incluso en necesidades sanitarias, con la de hace cuatro décadas.
El hospital alcarreño inició su actividad en 1982 con una plantilla de 917 personas y 19 servicios. «Fue pionero en la implantación de la informática en todos los módulos de hospitalización», recuerdan sus ahora responsables. Hoy, la plantilla del Hospital la forman casi 2.500 profesionales. Los servicios y unidades han aumentado hasta los 40, con la incorporación de Oncología Médica, Dermatología, Alergología, Nefrología, Neurología, Digestivo, Cardiología, Geriatría, Cirugía Vascular, Microbiología, Cirugía Maxilofacial, Endocrinología o Cirugía Plástica y Reparadora, entre otros.