Este lunes, el director general de Salud Pública, Juan Camacho, ha confirmado un dato estremecedor de la incidencia del COVID-19 en la provincia. Según ha reconocido este alto responsable, el número de fallecidos en las residencias de ancianos de Guadalajara podrían ser, a día de hoy, nada menos que 358 personas, si se tienen en cuenta los casos sospechosos de ser decesos que se pueden atribuir al virus, aun sin test.
Hasta ahora, lo habitual ha sido ceñirse en la contabilidad oficial a los residentes que habían sido sometidos a test de coronavirus antes de su fallecimiento o para los que no cabía duda alguna de que el fatal desenlace tenía esa causa. Con ese criterio restrictivo, los ancianos que han perdido la vida desde el inicio de la pandemia son 138 en la provincia de Guadalajara. La cifra, en sí misma, es más que relevante: supone que dos de cada tres muertes reconocidas por COVID-19 en la provincia se han producido en las residencias de ancianos. Exactamente, el 61% de las 225 víctimas que se contabilizan hasta ahora.
Más dramático es que esta vez el director general de Salud Pública haya confirmado que hay otros 222 fallecidos sospechosos de haberlo sido por coronavirus, lo que elevaría la mortalidad del virus en la treintena larga de residencias afectadas en Guadalajara hasta las 358 personas, con los datos del 4 de mayo de 2020.
En Guadalajara hay 37 residencias con infectados, frente a las 65 en Toledo, 56 en Ciudad Real, 40 en Cuenca y 31 en Albacete. En el total regional, los residentes de estos centros con caso positivo por infección de coronavirus son 5.033, mientras que los fallecidos confirmados por COVID-19 ascienden a 1.083.