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22 noviembre 2024
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200 tumbas en el nuevo campus de Guadalajara

Lo encontrado tiene muchas características en común con otra necrópolis bajomedieval que ya había sido estudiada, hace ahora un lustro, en los terrenos del actual cementerio municipal.

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Como informó LA CRÓNICA en primicia, desde hace meses se vienen desarrollando trabajos arqueológicos en los terrenos del futuro campus de Guadalajara. Allí ha salido a la luz un cementerio medieval, junto a la calle Dos de Mayo. También se han descubierto restos de la antigua muralla andalusí, en la calle Madrid.

La excavación del cementerio se desarrolla en los terrenos que, una vez finalizado el nuevo campus, ocuparán un edificio dedicado a investigación y un aparcamiento subterráneo que dará servicio a todas las instalaciones universitarias.

La presencia de los enterramientos que ahora se están descubriendo fue detectada en unos estudios arqueológicos previos a la redacción del proyecto del campus, ya en 2020.

Los trabajos aún seguirán durante este mes de octubre y se prolongarán con el estudio posterior de los restos recuperados en la excavación, que se enviarán para su custodia al Museo de Guadalajara.

Tumbas aparecidas en el campus de Guadalajara.
Excavación de las tumbas en el campus de Guadalajara.

Inhumaciones muy humildes

Los trabajos realizados hasta el momento han permitido identificar, en dichos terrenos, más de 200 tumbas, que se distribuyen con regularidad por la parcela. Se trata de una necrópolis de época bajomedieval, con cronologías en torno a los siglos XIV y XV. Los enterramientos, a los que acompaña un ajuar muy escaso o, en la mayoría de los casos, inexistente, ofrecen una variedad de tipologías. Destaca la presencia de algunas inhumaciones cubiertas con bóvedas de ladrillo, un tipo de enterramiento, conocido como lucillo, que es característico de este momento.

Enterramiento descubierto junto a uno de los lucillos

El cementerio que se está estudiando, del que se han excavado ya en torno a ciento cincuenta tumbas, tiene muchas características en común con otra necrópolis bajomedieval que ya había sido estudiada, hace ahora un lustro, en los terrenos del actual cementerio municipal.

Los datos obtenidos en aquella excavación, sumados a los que hasta ahora se han podido recuperar en los terrenos del campus, permiten suponer que nos encontramos ante una gran necrópolis perteneciente, probablemente, a una comunidad multicultural de Guadalajara, ciudad que había pasado a control cristiano en 1085.

El hallazgo de la muralla, por su parte, se produjo durante la supervisión arqueológica de la cimentación del nuevo vallado del Campus a lo largo de la calle Madrid. Los restos corresponden al encuentro de la muralla con el torreón sur de la Puerta de la Alcallería.

Si bien existe constancia documental de la apertura de una puerta en esta zona en 1550, todo indica un claro origen andalusí de los restos aparecidos. Se trata de un muro de mampostería de cal y canto con mampuesto con tizones verticales que conserva un grosor de cuatro codos, es decir, cerca de dos metros.

Restos de la muralla de Guadalajara en la Escuela de Magisterio, frente al antiguo alcázar de la ciudad.
Restos de la muralla de Guadalajara en la Escuela de Magisterio, frente al antiguo alcázar de la ciudad.

Restos de la muralla junto a la calle Madrid

La antigua medina de Guadalajara discurría desde este punto hasta el río Henares, quedando constreñida por los cursos fluviales del Alamín y el San Antonio. Su fundación durante la primera mitad del siglo IX resolvía, con un nuevo emplazamiento, un cambio de estrategia en el control de la cora o distrito de Wadi-l-Hiyara, controlando en esta época una amplia área desde el actual Madrid hasta Atienza.

La excavación arqueológica ha documentado cómo el arrabal que se desarrolló al sureste -teniendo como referencia la actual calle Miguel Fluiters / calle Mayor- se encontraba ya a finales del siglo XI muy saturado, produciéndose adosamientos de viviendas a la muralla durante los últimos tiempos de la taifa. De igual forma, se ha reconocido una ampliación del grosor de la muralla mediante un forro en su trasdós.

Para conservar y valorar las estructuras históricas, se ha modificado el diseño original del cerramiento del campus. Según los responsables «los hallazgos se han protegido adecuadamente y la base del vallado vuela sobre la muralla en vez de apoyarse en ella, lo que permitirá acondicionar la zona en el futuro para exponer los restos». Por otra, se ha modificado el diseño de la reja en ese tramo concreto, aumentando su transparencia y flanqueándolo con dos vitrinas, que albergarán paneles divulgativos.

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