Texto: Enrique Sancho y Carmen Cespedosa
¿10 motivos para viajar a Francia este año? Hay cientos de excusas, pero había que resumirlas en un decálogo, ya de por sí extenso, y este que proponemos está a prueba del viajero más exigente.
Francia da por superados los efectos de la pandemia en su turismo, especialmente en lo que se refiere a España. Aunque el número de visitantes es todavía inferior al de 2019 –entre 70 y 75 millones, frente a los casi 90 de hace tres años (España ha tenido casi 72 millones en 2022)–, los ingresos superan los 57.000 millones de euros, cifra similar a la de 2019. Estos datos suponen una aceleración de la recuperación, que se adelanta aproximadamente un año a los escenarios más optimistas. A partir de ahora, este movimiento continuará y se ampliará.
En 2022, los españoles han seguido mostrando su amor por Francia, casi 6 millones eligieron este destino como su preferido en Europa (27% de cuota de mercado) y cada español se ha gastado como promedio 590 euros en el país vecino, algo más que en 2019. París y el parque Disney son, un año más, los destinos más visitados en Francia para la mitad de los viajeros españoles. Pero no los únicos. Cada vez más se buscan nuevas ciudades y regiones, se valoran las propuestas culturales y gastronómicas y se aprecia su célebre L´art de vivre y lo que se ha convertido en el concepto de moda: la sostenibilidad. Varios destinos franceses acaban de presentar sus novedades en el Mediatour 2023, la cita imprescindible para conocer todo lo nuevo que ofrece el país vecino. Aquí destacamos, con ayuda del buscador de vuelos y hoteles jetcost.es, diez de ellos con un toque peculiar y, por supuesto, otro toque gastronómico.
1.- Toros y Van Gogh en Arles y la Camargue
Sorprende un tanto presenciar una corrida de toros o las habilidades de los raseteurs y tourneurs haciendo peligrosas habilidades frente a la espectacular raza de toros de anchos cuernos verticales “cocarde” –que pueden presenciarse en libertad en los prados de la Camargue alternando con sus singulares caballos que nacen negros y luego se vuelven blancos–, en el Anfiteatro que construyeron los romanos hace dos mil años, con capacidad para 21.000 espectadores y que se conserva en perfecto estado. Una tradición taurina que se remonta a 1402. Y para no olvidar la herencia se siguen haciendo representaciones de juegos de gladiadores, aunque también hay artes escénicas en el Teatro Antiguo.
Pero no todo es antiguo en Arles, buena muestra de su modernidad fue la presencia durante 15 meses del genial Vincent van Gogh que experimentó aquí el período más productivo de su carrera como pintor con más de 300 dibujos y pinturas, entre ellos el célebre “Terraza de café por la noche” donde se puede tomar algo en la Plce du Forum, como lo hacía Vincent hace 135 años. Desde entonces, muchos artistas van a Arles a buscar esta luz inmortalizada por Van Gogh, incluido el propio Picasso. Pero también muchos fotógrafos. Cada verano, desde 1970, fotógrafos de todo el mundo se dan cita para asistir a las exposiciones de los Rencontres de la Photographie.
Más de 170 restaurantes
Y, por supuesto, como en toda Francia, hay que dejar un tiempo para disfrutar de su delicada gastronomía en algunos de sus más de 170 restaurantes, terrazas y mercadillos, sobre todo los de la Roquette, el antiguo barrio de los marineros. No pueden faltar las verduras de temporada, la carne de toro con la que se elabora la receta de bull gardianne, una comida tradicional en la región, ostras de Camargue, aceitunas y aceite de oliva, salchichón de Arles, arroz de Camargue en cualquiera de sus 30 variedades, tellines, pequeños mariscos del golfo de Beauduc, mejillones de Carteau, quesos de cabra de Alpilles…
2.- Aviñón, mucho más que Papas y el célebre “pont”
Pensar en Aviñón es rememorar la ciudad de los Papas y también el puente, célebre por la canción, pero hay mucho más. Eso lo saben bien desde hace meses los lectores de LA CRÓNICA, gracias a un amplio reportaje que tenía a esta hermosísima ciudad como protagonista. Enclavada en sus murallas originales, invita a pasear y encontrar muchas callejuelas testigos del pasado: capillas e iglesias, edificios medievales, mansiones privadas de los siglos XVII, XVIII y XIX. ¡Un verdadero museo al aire libre! El arte está en todas partes.
El Palacio de los Papas, el mayor palacio gótico de Europa, residencia de los soberanos gobernantes papales durante 70 años en el siglo XIV, es el patrimonio más importante de la ciudad. Allí mismo, el incompleto Puente de Aviñón, es también un prestigioso testigo del pasado. Los dos monumentos forman parte de un magnífico complejo clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Toda la ciudad como escenario
Durante todo el año, la ciudad está repleta de actividades culturales. La ópera, los teatros permanentes, las asociaciones y los clubes ofrecen espectáculos de teatro, música, danza, exposiciones y otros momentos festivos. Sin duda el más destacado es el Festival de Teatro, fundado en 1947, es una de las más importantes manifestaciones internacionales del espectáculo contemporáneo en vivo. En julio de cada año, Aviñón se convierte en una ciudad-teatro, transformando su patrimonio arquitectónico en diversos lugares de representación, majestuosos o sorprendentes, que acogen a decenas de miles de amantes del teatro de todas las generaciones (más de 130 000 entradas). 40 obras de teatro, espectáculos de danza, artes plásticas o música, hay mucho para elegir. Durante un mes, todo el mundo tiene acceso a una cultura contemporánea y en vivo.
Pero como no todo es cultura, hay tiempo para la gastronomía, en realidad otro tipo de cultura. Una buena idea es visitar el mercado cubierto de Les Halles en la Place Pie con un ambiente cálido, donde unos cuarenta comerciantes ofrecen productos de la región: frutas, verduras, aceitunas, quesos, vinos, pescados, embutidos… Y también se puede comer allí dentro o en la terraza. Dos recomendaciones: las tostadas con foie gras y la sopa de gambas y pollo especiada.
3.- De los castillos a la bicicleta en el Valle del Loira
El Valle del Loira –columna vertebral de la región Centro-Valle del Loira– es la región ideal para reencontrarse con los placeres de la naturaleza, el senderismo, los pueblos pintorescos, los mercados tradicionales… y, por supuesto, la majestuosidad de sus castillos y jardines. Más de 20 años después de que el Valle del Loira fuera inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, visitar el Valle del Loira en modo “ecoturismo” significa ralentizar el ritmo, tomar tiempo para conocer gente y compartir una experiencia con los demás. 5.000 km. de rutas ciclistas hacen del Valle del Loira el destino ciclista por excelencia, pero no es lo único que puede hacerse al aire libre: piragüismo, paseos en barco tradicional o eléctrico, recorridos en segway por los viñedos, senderismo… Los castillos son espectaculares y hay decenas de ellos, pero no hay que olvidarse de los jardines, espacios tranquilos, todos ellos únicos, que ofrecen una iniciación a la botánica y la jardinería, así como la posibilidad de ensuciarse las manos: clases de cocina, recolección de plantas silvestres, elaboración de cosméticos, etc.
Pero volvamos a los castillos. Elegantes palacetes renacentistas, imponentes fortalezas medievales, hermosas fachadas clásicas… Los castillos del Loira invitan a adentrarte en la Historia. Sus piedras atesoran el pasado de una región en la que reyes y reinas escribieron importantes páginas de la historia de Francia. Algunos ejemplos: La Fortaleza Real de Chinon conserva el recuerdo del encuentro entre Juana de Arco y Carlos VII. El Castillo de Langeais, por su parte, fue testigo de un enlace histórico: el de Ana de Bretaña y Carlos VIII, por el que se selló la anexión de Bretaña al Reino de Francia. También el pequeño (relativamente) Palacio de Clos Lucé, donde pasó Leonardo da Vinci los últimos tres años de su vida, y murió el 2 de mayo de 1519, teniendo en la cabecera de su cama su retrato de la Madonna Elisa Gherardini, mujer del marqués de Giocondo, la celebrada Mona Lisa. En 2023, el Castillo del Clos-Lucé, expondrá su obra sobre la anatomía humana. La tumba de Leonardo no está lejos, en la capilla de Saint-Hubert en el castillo de Amboise.
El mercado favorito de Francia
También en Amboise, se encuentra su mercado que fue elegido “mercado favorito de Francia” en 2015. Es famoso por su excepcional emplazamiento a orillas del Loira. Todos los viernes y domingos por la mañana, los habitantes de Amboise y los turistas se reúnen para compartir un momento de convivencia mientras huelen y saborean las especialidades regionales y los buenos productos de la tierra. Y en cualquiera de los cercanos restaurantes, hay que animarse a probar la Ballottine de géline con trufas de Touraine, la hamburguesa con cerdo rosado de Touraine o la ensalada Sainte Maure o Touraine…
4.- La Ciudad del Vino y mucho más en Burdeos
La Cité du Vin es un enclave cultural único en el mundo ubicado en Burdeos y dedicado al vino. Con su exposición permanente, respaldada por tecnologías interactivas y digitales, sus distintas experiencias de cata, sus eventos culturales, tiendas y restaurantes, la Cité du Vin celebra la dimensión cultural, de civilización, patrimonial y universal de los viñedos de todos los rincones del mundo. A través de seis universos divididos en 18 módulos, la exposición permanente de la Cité du Vin invita a viajar por el mundo de la viña y el vino, desde la Antigüedad hasta nuestros días y por los cinco continentes. Aquí se puede descubrir cómo este patrimonio universal ha inspirado a las personas y ha moldeado sus vidas y sus territorios desde hace miles de años. En total, 3000 m² para vivir experiencias individuales y colectivas, pedagógicas, inmersivas, oníricas, multisensoriales…
Los talleres de cata permiten catas de vinos de todo tipo, accesibles para todos. Ofrecidos durante el día o por la noche, los talleres ponen el foco tanto sobre la diversidad de las regiones vitivinícolas colaboradoras de la Cité du Vin como sobre los platos y los vinos que se degustan. Ejemplos de talleres: iniciación a la cata, taller inmersivo, maridajes de platos y vinos, vinos del mundo, talleres temáticos… Uno de ellos, Burdeos 360°, propone un viaje original e inédito de una hora para descubrir Burdeos y su viñedo, así como la gran diversidad de sus vinos. El programa consiste en la cata de cuatro vinos de Burdeos que los sumergirán por completo en cuatro paisajes distintos gracias a imágenes espectaculares a 360°, en un ambiente sonoro y musical trabajado.
Y, además del vino, está Burdeos
Burdeos, la capital de Nueva Aquitania y puerta de entrada a la región, con vuelos desde diversas ciudades de España, es densa en historia y en su dinamismo, es una ciudad con un rico patrimonio, numerosos sitios y monumentos –históricos o modernos–, con un arte de vivir tradicional y típico. De todo esto poco habría que aclarar a los lectores de LACRÓNICA si recuerdan el recorrido realizado para ellos en este mismo diario. Su centro histórico forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 2007. Cuenta con más de 350 edificios declarados o inscritos en la lista de monumentos históricos. En la Place de la Bourse, frente a un edificio monumental de casi tres siglos, está la principal atracción de la ciudad, el Espejo de Agua, el lugar más fotografiado de Burdeos, obra del arquitecto paisajista Michel Corajoud, alterna extraordinarios efectos de espejo y niebla. La ciudad se encuentra junto a la región vinícola más grande y más antigua del mundo, que comprende 65 denominaciones y se extiende por 112.000 hectáreas. Varios cientos de propiedades abren sus puertas al público.
5.- La ciudad que Julio Verne habría soñado
Ciudad cultural, artística y creativa, la capital histórica de Bretaña y cuna de Julio Verne, Nantes tiene también una excelente calidad de vida para sus habitantes y visitantes. Es fácil descubrir los principales atractivos de la ciudad gracias a una ingeniosa línea verde, pintada en el suelo, que trascurre por el centro y une a varios elementos imprescindibles de la historia de Nantes con una gran cantidad de obras de arte, como las Machines de l’Ile, el Château des Ducs de Bretagne con su museo de historia y la colección permanente de más de 120 obras de artistas internacionales por todo el espacio público… Cuando llega el verano, del 1 de julio al 3 de septiembre es tiempo del Viaje a Nantes, un festival lúdico y poético que anima toda la ciudad que propone una interpretación de la cultura global y transversal que abarca tanto el arte, la gastronomía, el patrimonio, el medio ambiente y la industria.
Aunque hay mucho que ver en Nantes, es imprescindible la visita al Castillo de los Duques de Bretaña, con más de ochocientos años. situado en el corazón histórico de Nantes y el monumento insignia de su patrimonio urbano, junto con la Catedral de Saint-Pierre. El Grand Logis alberga el Museo de Historia de Nantes, mientras que el edificio Harnachement ofrece importantes exposiciones temporales.
En la zona de los antiguos astilleros a orillas del Loira hay un mundo mágico que ya hubiera querido imaginar el gran Julio Verne. En el Carrusel de los mundos marinos se pueden descubrir máquinas increíbles: cangrejo gigante, pez pirata, calamar retropropulsado, manta raya, medusa. Un verdadero teatro de 360. Pero sin duda el ejemplo más notable es el gigantesco elefante articulado que puede llevar pasajeros a bordo desde donde se obtiene una mirada interna a los engranajes y las patas en acción, mientras un maquinista informa sobre la vida del animal y activa la trompa mojando a los espectadores.
Comidas de todo el mundo
Y para hacer un alto entre las muchas visitas, el salón de comidas Magmaa, situado en los rehabilitados antiguos salones de Alstom, es una escala acogedora donde devorar platos de todo el mundo preparados localmente. El salón es un lugar vibrante donde nutrir cuerpo y mente con productos de temporada elaborados por diez restauradores comprometidos en la cultura del buen comer. Desde la comida coreana callejera de Moaa o las pizzas romanas de Fornelli, de los dulces de Fleur de Sucre la comida callejera sudamericana de Eita. Pero también cocina afgana en Padsha, sabores mediterráneos en Zäatar, hamburguesas especiales (estando en Francia no puede faltar la de pato) de Patty’s Burger y, naturalmente el toque francés en Bistró Neo.
6.- Pasado y futuro: dos destinos en un solo viaje
Poitiers parece vivir entre dos realidades bien distintas. Por un lado su rico pasado histórico, que le ha permitido conservar un abundante patrimonio arquitectónico y cultural compuesto por unos 600 monumentos y, por otro, la apuesta de futuro que se vive a pocos kilómetros de la ciudad en el parque Futuroscope, convertido en su atracción estrella y principal suministradora de visitantes.
Al recorrer la ciudad, salen al encuentro sus huellas medievales en forma de restos de la muralla que en su día la envolvió, en los nombres de gremios y oficios que bautizan sus calles, en la quietud anclada en el tiempo de sus plazas y terrazas, en el laberíntico entramado de sus calles que ha llevado al Ayuntamiento a pintar unas líneas en tres colores (azul, rojo y amarillo) marcando rutas que llevan a los tres barrios monumentales y permiten regresar al punto de partida sin riesgo de extravío. A cualquiera de ellas se asoman iglesias románicas, casas medievales, palacetes, abadías y otros edificios y museos de interés. También modernos locales comerciales que se apoyan en restos de templos góticos o muros románicos.
Sin duda el lugar de honor lo ocupa Notre Dame la Grande, en el centro geográfico de la urbe. La fachada es un catecismo de piedra, donde se codean San Hilario y San Martín con Adán y Eva, Isaías o Nabucodonosor. El interior es igualmente fascinante y sorprendente ya que está pintado de colores de arriba abajo. Para que no falte nada, en las noches de verano el magnífico espectáculo de luz de las Policromías devuelve los colores originales a las esculturas de la fachada de la iglesia. Un momento mágico que no hay que perderse.
Para magia, la de Futuroscope
Pero si hablamos de momentos mágicos, nada como los que ofrece Futuroscope a unos pocos kilómetros de Poitiers. Porque magia es emular el viaje de la Vuelta al mundo en 80 días, en «El Viaje Extraordinario» y hacerlo en solo 4 minutos, o vivir un viaje aún más lejano con “Objetivo Marte”, la primera montaña rusa, en la que se hizo la mayor inversión de la historia del parque, con 20 millones de euros, o sentirse un experto en volar sin alas con “Cazadores de tornados”, elegida mejor atracción del mundo por un jurado de profesionales, o evocar a otra voladora con “Étincelle, la maldición del ópalo negro”, la nueva atracción 4D en 2023, con una superheroína francesa (que por cierto fue prohibida por el Gobierno allá por 1949 para dejar paso a los superhéroes norteamericanos). Los visitantes seguirán a Alice, la guía del museo de superhéroes, en una aventura trepidante y con mucho humor, una experiencia inmersiva enriquecida con efectos sensoriales y rayos láser, con un sonido espacial excepcional. No hay que perdérselo.
7.- Media Francia se da cita en Nouvelle-Aquitaine
Nouvelle-Aquitaine, la región más extensa de Francia, ofrece al otro lado de la frontera española numerosos encantos llenos de sorpresas, con sus 14 destinos llenos de sorpresas. Desde las vecinas cumbres pirenaicas hasta 750 kilómetros de paisajes atlánticos pasando por bucólicos escenarios de interior, ciudades dinámicas con monumentos de gran valor como Burdeos, Bayona, Limoges o Poitiers, playas salvajes y solitarias, cuevas prehistóricas, parques naturales, actividades familiares y, por supuesto, una gastronomía y unos vinos excelentes. Un destino auténtico, sorprendente y sostenible. Si sólo hubiera que elegir un destino, bien podría ser Sarlat, como quedó acreditado en un muy leído reportaje de LA CRÓNICA.
Nouvelle-Aquitaine aspira, en efecto, a convertirse en el primer destino sostenible de Francia con un sinfín de experiencias y diversión para disfrutar todo el año. Por ejemplo, llegar hasta el faro de Cordouan, Patrimonio Mundial de la Unesco, situado en medio del mar, subir a la duna más alta de Europa, la Duna de Pilat, guardiana de la Bahía de Arcachón, con sus 117 m. de altura y 2,7 km. de largo, noches de acampada bajo las estrellas en el Parque Natural Regional de Millevaches, paseos a pie hasta las islas salvajes de Aix y Madame, un recorrido en el tren eléctrico más alto del mundo con vistas a los Pirineos, explorar en barco el Marais Poitevin y también disfrutar de una comida y visitar el ecosistema Darwin, un lugar bio-alternativo de Burdeos y mucho más.
Tantas opciones para visitar y otras tantas para descubrir los sabores de Nueva Aquitania, no en vano es primera región agrícola de Francia por la calidad de sus productos: mogettes, axoa, piperrada, garbure landaise o limousine, el queso de cabra de Poitou, el foie gras y el jamón de Bayona… Pero tal vez lo más destacable de la región, entre lo mucho que ofrece, es el buey y ternera del Limousin, en la actualidad la raza de carne más exportada del mundo, a más de 70 países y la primera en Francia en ser distinguida por un Label Rouge. Es una carne de una calidad excepcional y piel grasa, famosa por su sabor.
Descubrir el mejor vino… desde el agua
Una de las mejores propuestas para descubrir de forma original algunos de los lugares de Nueva Aquitania es la de la compañía fluvial, líder en Europa, CroisiEurope, que propone ir a bordo del MS Cyrano de Bergerac, un auténtico hotel flotante, para hacer realidad un crucero fluvial descubriendo una región salpicada de ríos, los mejores viñedos del mundo, ciudades y pueblos —en ocasiones patrimonio de la UNESCO o clasificados dentro de «Les Plus Beaux Villages de France»—, rica en paisajes idílicos, sus conocidos vinos, sus paisajes históricos y sus lugares emblemáticos. Uno de los más populares es el “Crucero en Aquitania de Burdeos a Royan, el estuario de la Gironda, el Garona y Dordoña”. Los puntos fuertes del crucero son: La ruta de los grandes vinos de Médoc; Royan, ciudad costera con el encanto de los años 50; Rochefort y la Cordelería Real; La Rochelle, ciudad marítima y la bahía de Arcachón y la duna de Pilat. Todo ello en un barco con refinada cocina francesa, buenos vinos y todas las bebidas gratis en las comidas y en el bar durante todo el crucero. Hay salidas desde mayo a octubre.
www.nouvelle-aquitaine-tourisme.com/es
8.- Entre mar y cielo, Niza y la Costa Azul
Capital de la Costa Azul, quinta ciudad de Francia, y segundo centro turístico más importante, Niza disfruta de un microclima excepcional, que la convierte en un fabuloso destino urbano durante todo el año. Antes incluso de aterrizar en la pista de Niza, uno se queda sin aliento ante el espectáculo que se te ve a través de la ventana. No es de extrañar que el Aeropuerto Internacional Nice Côte d’Azur haya estado en el podio de las aproximaciones más bellas del mundo durante varios años seguidos. Además de los extraordinarios matices del mar Mediterráneo, el panorama de las montañas, coronadas de nieve en invierno, también despierta asombro.
Niza encarna a la perfección la dulzura y el arte de vivir que también se encuentra a lo largo de toda la Costa Azul. Azul del Mediterráneo, luz maravillosa que sólo se encuentra aquí, desayuno en una terraza soleada, calma de un paseo por las callejuelas del casco antiguo, comida en la terraza de un hotel, tarde de compras en las prestigiosas boutiques de la ciudad, chapuzón en el mar, un aperitivo en el Cours Saleya, un concierto de música clásica en la Ópera, una velada de gala en el Casino, una cena a la luz de las velas en un restaurante con estrellas… No es extraño que se haya hecho el reciente registro de Niza en la UNESCO con “el reconocimiento del valor universal excepcional del patrimonio arquitectónico, paisajístico y urbano de Niza”, una fusión de influencias culturales internacionales. La vieja Niza es, en sí misma, un festival de sensaciones. Calles estrechas, fachadas amarillas y ocres, tiendas de artesanía y pequeños comercios, restaurantes y animadas plazas conforman el alma de este casco antiguo que vive día y noche, sin olvidar, por supuesto, el mercado de Cours Saleya, clasificado entre los mercados excepcionales de Francia.
Y, además, toda la Costa Azul al alcance
De Cagnes-sur-mer a Cap d’Ail, pasando por Villefranche-sur-mer, Saint-Jean-Cap-Ferrat y, por supuesto, Nissa La Bella, la costa promete una estancia a su medida. Su luminosidad y deslumbrante belleza siempre han inspirado a los más grandes maestros, en campos tan variados como la arquitectura, la pintura, la música y el cine. No muy lejos de las orillas del Mediterráneo, el llamado País Medio, ofrece un remanso de calma, frescura y serenidad. Los pueblos, enclavados en una exuberante vegetación o colgados de los acantilados como nidos de águilas, invitan al visitante a pasear por sus encantadoras callejuelas. Y en el País Alto, con su macizo montañoso que culmina a 3.143 metros, la naturaleza ha esculpido allí, a lo largo de los siglos, paisajes grandiosos.
9.- Normandía, el Mont-Saint-Michel y mucho más
Situada en el noroeste de Francia y bordeando el Canal de la Mancha, Normandía impresiona por sus paisajes de acantilados vertiginosos, sus preciosas ciudades medievales y pueblos marineros, por ser cuna del impresionismo, por su sidra y sus quesos, por ser el escenario de nuestro reencuentro con la libertad tras el desembarco en la Segunda Guerra Mundial y por atesorar una de las maravillas de occidente, el Mont Saint-Michel, el segundo monumento más visitado de Francia.
A menos de dos horas de París, Normandía ocupa un territorio tan grande como Bélgica, que se extiende desde el Mont-Saint-Michel hasta le Tréport, desde Cherburgo hasta el Parque Natural Regional del Perche, ofreciendo un sorprendente mosaico paisajístico. Sus grandes puntos de interés son conocidos en todo el mundo: el Mont-Saint-Michel y su bahía, escenario de las mayores mareas de Europa, los acantilados de la Costa del Alabastro, las playas del Desembarco, la casa y los jardines de Claude Monet en Giverny, el Tapiz de Bayeux, la Catedral de Rouen, la Basílica Santa Teresa de Lisieux…
Famosa por su luz tan particular, Normandía vio nacer en el siglo XIX una corriente pictórica de primer orden: El Impresionismo. Muchos artistas vivieron y pintaron en la región, como Claude Monet, que vivió varios años en el pueblo de Giverny, muy concurrido por los amantes del arte. Pero a Normandía también se la conoce por su historia. Personajes ilustres como Guillermo el Conquistador o Juana de Arco, han marcado la historia de Normandía, y no hay que olvidar las playas del Desembarco. Normandía es sinónimo de libertad.
En la patria del Camembert y la sidra
Resulta imposible hablar de Normandía sin mencionar su gastronomía. El patrimonio gastronómico de Normandía está compuesto por siete grandes categorías de productos: los lácteos, la carne, frutas y verduras, productos del mar, productos derivados de la sidra, gracias a sus 10 millones de manzanos, y dulces. Normandía es una gran tierra gastronómica, con su famoso Camembert, verdadero símbolo francés. El Pont-l’Eveque, el Neufchatel y el Livarot completan la lista de quesos normandos con denominación de origen protegida. La sidra, el calvados, las vieiras, los mejillones, la mantequilla de Insigny, la morcilla de Mortagne, son otros tantos productos con denominación de origen protegido que sus chefs con estrellas Michelin realzan y de los que la cocina normanda se enorgullece.
10.- Occitania lo tiene todo: mar, montaña y campo
Con sus espacios naturales preservados y sus impresionantes paisajes, un patrimonio excepcional y un conocido estilo de vida, así como actividades para todos y en todas partes, Occitania constituye por sí una pequeña Francia, con su propio acento y sus apreciadas costumbres. Muchas de sus ciudades son bien conocidas por su proximidad a España, Toulouse, la capital de la región, y Montpellier, conocidas también entre los franceses por su calidad de vida, figuran entre las capitales europeas del turismo urbano. También otras ciudades que cuentan con el sello Gran Sitio de Occitania Sur de Francia: Albi, Carcassonne, Auch, Perpiñán…
Pero también aquí se puede disfrutar del mar, la montaña y el campo. La región está bañada por las aguas del Mediterráneo, desde la Camarga hasta el Roussillon, a lo largo de 220 km. Con unas playas preservadas y de un mar limpio, un ambiente familiar y actividades náuticas para todos. En el sur, a lo largo de la frontera española, los Pirineos se alzan a más de 3.000 metros de altitud. Al este y al norte, el Macizo Central añade más relieve a Occitania, con el Aubrac y las Cevenas, cuyos montes se alzan a 1.000 y 1.500 m de altitud. Y el campo es el lugar para bajar el ritmo, disfrutar del tiempo libre, pasar al modo slow, poniendo rumbo, por ejemplo, a Gascuña, a Les Corbières, al Larzac o al valle del Dordoña, aprovechando para descubrir bellos pueblos con carácter y sus Grandes Sitios de Occitania con un excepcional entorno: Rocamadour, Conques, Cordes-sur-Ciel, las Gargantas del Tarn…
Pero tal vez una de las excursiones más interesantes, sea la navegación por el Canal du Midi tripulando su propio barco. No se requiere ninguna experiencia ni conocimiento previo. Se puede navegar por el Canal du Midi desde finales de marzo hasta principios de noviembre. El Canal du Midi, obra declarada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1996, es la vía regia del turismo fluvial en Europa, navegar por él permite traerse unos recuerdos excepcionales, compuestos por antiguos caminos de sirga, floridas esclusas y acogedores puertos de recreo. En el recorrido se disfruta de los ambientes mediterráneos del Alto Garona, del Aude y del Hérault. Las laderas coloreadas por los campos de girasoles y de colza, los cipreses y pinos piñoneros, las residencias señoriales y los campanarios góticos que servirán de decorado al paso por el corredor verde del Canal du Midi.
Un festín gastronómico en Les Grands Buffets
Comer bien y muy bien en Occitania es fácil, solo hay que elegir el lugar y el menú, nunca falla. Pero si se trata de darse un banquete, nada como el restaurante Les Grands Buffets de Narbona. Su fórmula, única en Francia, engloba todos los tesoros de su patrimonio gastronómico: foie-gras en todas sus formas, bogavante asado o a la americana, callos guisados, cabeza de ternera, cassoulet, morcilla con manzana, ternera a la antigua, tuétano a la flor de sal, sepia a la sétoise… En una profusión que hace perder la cabeza, los platos populares de la tierra se mezclan con los platos ineludibles de la cocina tradicional francesa. Se puede iniciar el recorrido gastronómico con una parada en el universo de los entrantes, dar una vuelta por el marisco, seguir el camino por el asador y a continuación dejarse impresionar por su espectacular colección de 111 quesos diferentes que han conseguido el record Guinness. Los amantes del dulce podrán disfrutar de más de un centenar de postres elaborados por un maestro pastelero. Para acompañar la comida, se puede elegir en la carta una variedad de 70 vinos servidos por copa o botella.