Cuando terminen las obras en La Carrera, provocadas por nuevas zanjas de la empresa Red de Calor, estaremos casi a punto de que la ciudad celebre un nuevo encierro de toros de lidia por sus calles.
Guadalajara y Pamplona son las única capitales de provincia de España en las que se corren astados y, además, en puntas. Los que se sueltan por la mañana son los mismos que se lidian por la tarde, después de unos años iniciales en los que el ganado era distintos y los pitones se recortaban.
Uno de los costes que, año tras año, tiene que asumir el Ayuntamiento de Guadalajara para este festejo es el de la instalación y posterior retirada del vallado en el recorrido del encierro.
El pliego del contrato, muy minucioso, incluye también lo relativo a los toriles, provisionales, en el parque de San Francisco.
A partir de ahí, las talanqueras marcan el camino para corredores, toros y mansos a través de Bejanque, La Carrera, Santo Domingo (con su complicada doble curva) y la calle Capitán Arenas, donde se viven los momentos más intensos junto con la entrada al coso de Las Cruces. También hay que disponer puntales suficientes para la protección de los escaparates en este último tramo.
Una de las peculiaridades de este encierro es que casi la mitad de la longitud del vallado se pone y se quita cada día, por coincidir con puntos de paso tanto de peatones como de vehículos, un trajín que se contempla también en la documentación del contrato, a la que ha tenido acceso LA CRÓNICA.
El montaje del vallado se iniciará cuatro días antes del primer encierro, coincidiendo por tanto con la semana de Ferias. Los corrales tienen que estar montados y listos para su inspección el martes de la semana anterior.
El valor del contrato, según la estimación de los técnicos municipales, es de 72.000 euros, IVA incluido.
